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AltaMed ofreció una inolvidable noche latina de vino, comida y música

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Todo fue por una buena causa. Tanto el evento de ayer en el Centro de Los Ángeles (titulado “East LA Meets Napa”) como el que se producirá hoy en la misión de San Juan Capistrano (llamado “OC Meets Napa”) se encuentran destinados a recaudar fondos para las labores de AltaMed, una red de salud dedicada a ayudar a las comunidades más necesitadas del Sur de California, empezando por la latina.

Pero no cabe duda de que estos son festivales en los que la institución tira la casa por la ventana y en las que aquellos que compran entradas salen completamente satisfechos de la experiencia, más allá de la causa social que están promoviendo, como lo demostró con creces la celebración del viernes.

Y es que la pulsera que se entregaba a la entrada permitía recorrer durante más de tres horas una vasta zona cercada del complejo LA Live, con acceso ilimitado a más de 100 puestos en los que podías comer y beber todo lo quisieras.

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Como era de esperar, el alma de la fiesta fue el Dios Baco, representado básicamente por los mejores productos del citado valle, pero dignamente acompañado por versiones importadas, como pude comprobarlo en carne y garganta propia durante mi primera parada en el puesto de Bodegas Puente de Ruz, donde pude degustar un Tempranillo Crianza del 2012 que me dejó absolutamente impresionado con su cuerpo y su aroma.

El camino me llevó después a otros parajes encantadores, como el puesto de Esfuerzo, que tiene su central en el Valle de Santa Ynez pero cuenta con un ‘cuarto de degustación’ en Buellton; Barrel 33, el único club de vinos en Big Bear; Ceja, con locaciones en Napa y Sonoma; y Mario Bazán Cellars, también de Napa, donde me animé por una copa de blanco.

En lo que respecta a la comida, empecé mi recorrido en La Huasteca, restaurante mexicano ubicado en la Plaza México de Lynwood que tenía su puesto casi a la entrada del evento y que era probablemente el más generoso en la diversidad de propuestas exquisitas, ya que ofrecía tortas de cochinita pibil, ceviche de pescado y camarón, chiles en nogada con ron y nueces y, finalmente, unas estupendas corundas en salsa de molcajete con queso.

LA Live fue el lugar elegido para el festejo del gran evento.
(Cortesía de Alex Mónico
)

Pasé luego por la locación en el festival de Don Chente Bar and Grill, de Pico Rivera, para tomar posesión de un maravilloso ceviche de pescado negro hecho sobre la base de cenizas de chile y de unos minitamales con chicharrón prensado y mole rosa que me hicieron delirar.

Como buen peruano que soy, gocé en particular con las dos ofertas culinarias de mi país: la primera era ofrecida por Freddy Lozano y Guido Lozano, del restaurante El Incomparable, que tiene ya tres locaciones en el Valle de San Fernando, y la segunda por Karla Flores, una chef independiente cuyo negocio (llamado Mikhuma) se traduce tanto en ‘food trucks’ como en servicios de ‘catering’.

Los Lozano ofrecieron el infaltable ceviche de pescado, pero también pollo saltado, causa rellena y una original ensalada de quinua ‘acevichada’ que impactaba gratamente al paladar. Más allá se encontraba el puesto de Flores, una chef independiente que nos brindó un sabroso ceviche mixto y un contundente ají de gallina.

El chef argentino de ascendencia coreana Pablo Kim nos trajo su espectacular asado.
(Sergio Burstein/HOY)

Pero la oferta más original que encontré fue la de Pablo Kim, un chef que trabaja igualmente por su cuenta y que ha aprovechado creativamente sus raíces coreanas y argentinas para ofrecer una fusión de ambas culturas que se tradujo en una jugosa carne fina al grill con chimichurri que llegaba acompañada por un arroz de indudable origen asiático, y que él mismo ha llamado “Asado & Chimi”.

La comilona fue acompañada por música en vivo, ya que el evento contó no con una, sino con agrupaciones locales de renombre en su tarima: la primera fue Mongorama, que le rinde tributo al legendario icono del jazz latino Mongo Santamaría, y la segunda fue Spanish Harlem Orchestra, un premiado combo de salsa dura procedente de Nueva York.

Bajo la dirección del DJ jalisciense José Rizo, Mongoroma calentó el ambiente mientras la gente llegaba todavía y se abocaba al justo consumo, pero dejó en claro la destreza de sus músicos desde que estos dejaron de escuchar sus primeras notas en el escenario.

Spanish Harlem Orchestra se hizo presente con la salsa dura de Nueva York.
(Sergio Burstein/HOY)

Le fue naturalmente mejor al acto central de la Spanish Harlem Orchestra, que encontró ya a muchos de los asistentes ‘achispados’ y listos para quemar calorías en una pista de baile que llegó a ponerse muy animada, y que se lució a lo grande con el despliegue de algunas parejas que sabían muy bien lo que estaban haciendo con sus cuerpos.

Además de tocar sus propias composiciones, los ‘neoyolquinos’ le rindieron tributo a la vasta comunidad mexicana de este condado con una interesante adaptación sonera de “La media vuelta”, pieza original del inmortal José Alfredo Jiménez.

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