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Elegirán a Hillary Clinton en Filadelfia, una ciudad de gran desigualdad

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El escenario para designar a Hillary Clinton como candidata demócrata a la Casa Blanca es Filadelfia, una ciudad que en la última década se ha vuelto más joven y más diversa y que, como los propios demócratas, debe aprender a enfrentar una creciente desigualdad económica.

“La pobreza tiene un impacto devastador en la vida de las personas incluyendo las poblaciones más vulnerables, los niños”, dijo a Efe Danielle Jeter, una joven afroamericana que vive en Filadelfia (Pensilvania) y trabaja para la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color (NAACP).

Jeter alerta de la “espiral” de pobreza en la que se ha sumergido Filadelfia, que ostenta el dudoso honor de ser la urbe más pobre de las diez mayores ciudades de Estados Unidos.

La tasa de pobreza de Filadelfia es del 26 %, lo que significa que más de 400.000 de sus 1.567.442 habitantes viven con menos de 11.880 dólares al año, es decir, por debajo del umbral de la pobreza federal, una situación que afecta al 37 % de los niños y al 43 % de los hispanos, según datos de The Pew Charitable Trusts.

Dadas estas cifras, Filadelfia parece el lugar idóneo para el discurso contra la desigualdad económica del rival de Clinton en las elecciones primarias, el senador Bernie Sanders, quien durante la campaña no se cansó de clamar que el 1 % de los más ricos acumulan el 99 % de los nuevos ingresos que se generan cada día.

De esta forma, en su convención nacional, los demócratas tratarán de reivindicarse como el partido de la clase media y buscar fórmulas para rebajar la tasa de pobreza, que a nivel federal es más baja que el 26 % de Filadelfia pero se sitúa en el 14,5 % de la población, es decir, más de 45 millones de personas.

Otro de los objetivos de la convención de los demócratas es dar protagonismo a las minorías negra e hispana, que juegan en el Partido Demócrata un papel más visible que entre los republicanos.

Como si fuese un reflejo de Estados Unidos, Filadelfia es una “ciudad de inmigrantes” que ha visto crecer en las últimas décadas la cifra de habitantes nacidos en el extranjero, según dijo a Efe Larry Eichel, director de investigación del grupo independiente de Filadelfia The Pew Charitable Trusts.

En este sentido, según el experto, en 2015 Filadelfia contaba con un 41 % de población negra, un 36 % de blancos, un 14 % de latinos, un 7 % de asiáticos y un 2 % que se identificaba con otras etnias.

Estas cifras ponen en evidencia el importante cambio demográfico experimentado en las últimas dos décadas, pues en 1990 la mayoría de la población (52 %) era blanca, seguida de la minoría afroamericana (39 %), hispana (6 %) y asiática (3 %), según The Pew Charitable Trusts.

No obstante, la pobreza, el color de piel y el país de nacimiento van de la mano en Filadelfia, una ciudad con fronteras invisibles que por ejemplo reúne a los centroamericanos y puertorriqueños de bajos ingresos al norte y a los mexicanos y centroamericanos al sur, dijo a Efe Luis Alberto Zamot, un trabajador social boricua.

Zamot, quien desde 2009 vive con su familia en Filadelfia, lamenta los duros golpes que ha sufrido en los últimos meses la cultura de Estados Unidos como un “crisol de razas” (“melting pot”).

“Estados Unidos es más fuerte cuando trabajamos juntos”, ha destacado en varias ocasiones Clinton con el fin de combatir el mensaje divisorio del candidato presidencial republicano, Donald Trump, quien ha lanzado fuertes ataques contra la comunidad hispana y contra los musulmanes que viven en EE.UU..

No obstante, como hizo el papa Francisco en su visita a Filadelfia el año pasado, la convención demócrata concentrará sus actividades en el centro de la ciudad y evitará algunos barrios.

La convención tendrá su sede en un pabellón deportivo con capacidad para 19.500 espectadores situado a más de una hora andando del Independence Mall, donde se debatió y firmó la Declaración de Independencia y la Constitución de Estados Unidos.

Filadelfia, la primera capital del país entre 1790 y 1800, ha acogido dos convenciones demócratas, una en 1936 y otra en 1948.

Pero esta convención parece haber despertado las espectativas de muchos de los vecinos de la ciudad, que ven en la reunión política una oportunidad para obtener ingresos o para enarbolar pancartas en contra de la desigualdad económica que la convierte en un ejemplo de la división que amenaza a EE.UU..

“Los pobres deben de ser oídos”, reza una de las pancartas de uno de los grupos que planea protestar durante la convención, la Campaña por los Derechos Humanos Económicos de la Gente Pobre.

Mientras ellos preparan sus pancartas, la ciudad se llena de estatuas de burros azules (el animal y el color de los demócratas) y se prepara para declarar candidata presidencial a Clinton, quien asegura que quiere “construir una economía que funcione para todo el mundo y no solo para aquellos que se encuentran en la cima”.

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