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Trump ofrece una visión oscura del país en un atípico discurso de investidura

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El nuevo presidente, Donald Trump, transmitió hoy una imagen oscura del país en un discurso de investidura más dirigido a sus simpatizantes que al resto de los ciudadanos, lleno de proclamas patrióticas y críticas a la elite política a la que ahora pertenece.

No hubo grandes diferencias entre el primer discurso de Trump como presidente y los que acostumbraba a dar a diario durante la larga carrera electoral, y tampoco hubo un claro intento de tender puentes al lado perdedor en las elecciones, como es costumbre en las cartas de presentación de los nuevos mandatarios de Estados Unidos.

“Trump retomó la oscura representación del estado de la nación que había impulsado durante su campaña. Sus intentos de construir unidad fueron extrañamente pesimistas: trató de hermanar al país alrededor de un sufrimiento compartido”, afirmó a Efe una experta en comunicación política de la Universidad de Boston, Tammy Vigil.

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Para justificar su perpetua promesa de regresar a tiempos mejores, Trump retrató un país lleno de “fábricas oxidadas repartidas como tumbas”, donde las drogas y la delincuencia campan a sus anchas y el potencial de los jóvenes queda desaprovechado; una “carnicería estadounidense” a la que prometió poner fin.

Sus palabras destilaron enfado e incluso venganza, dirigida principalmente a una elite política en Washington que “florecía” mientras los ciudadanos “cargaban con el coste”.

El nuevo presidente prometió devolver el poder al pueblo y ponerlo a trabajar para “reconstruir el país”, pero su mensaje se dirigió nuevamente a sus votantes, los “olvidados” a los que garantizó que dejarán de serlo.

“El discurso fue para conformar a sus seguidores políticos, sin ningún esfuerzo de conectar” con el resto de estadounidenses, opinó para Efe un profesor de comunicación pública y experto en discursos presidenciales en la American University, Robert Lehrman.

Lo más destacable, según Vigil, es que “no proporcionó ninguna dirección o idea concreta para su Administración más allá de vagas promesas relacionadas con su eslogan de ‘hacer a Estados Unidos grande de nuevo’”.

“Parecía más un discurso de victoria que uno de investidura”, resumió la experta.

Amos Kiewe, un profesor de comunicación y retórica en la Universidad Syracuse en Nueva York, coincidió en que el discurso de Trump fue “atípico” y “no encajó con el género establecido hace mucho tiempo” por un presidente tras otro.

“No fue un discurso muy elocuente, y quizá Trump no quería que fuese inspirador. Quizá lo que quería era informar al país que va a ser un presidente centrado en la acción”, apuntó Kiewe a Efe.

En efecto, Trump marcó un contraste entre su estilo y el de los “políticos que sólo hablan y no actúan”, al proclamar que el “tiempo de las palabras vacías ha terminado” y “ahora llega la hora de la acción”.

Tampoco hubo ninguna mención a valores como la igualdad o la libertad, mencionados ceremonialmente por un presidente tras otro.

La principal novedad respecto a sus discursos de campaña estuvo en la frase “cuando abres tu corazón al patriotismo, no hay espacio para los prejuicios”, pero Trump “no desarrolló claramente esa idea”, según Vigil, ni tendió abiertamente la mano a las minorías que sienten que él ha agrandado esos prejuicios en su contra.

Trump comenzó a pensar en su discurso de investidura al día siguiente de su victoria electoral en noviembre y, según sus allegados, estudió las alocuciones inaugurales de los expresidentes Ronald Reagan y John F. Kennedy, pero finalmente decidió ajustarse a sus propios cánones.

“Si Trump quería ser divisivo y señalar al país que las cosas no van a seguir siendo como eran, ciertamente cumplió su cometido”, concluyó en declaraciones a Efe un profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Maine, Mark Brewer.

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