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Un mundo que se desmorona y otro a punto de colapsar se cruzan en la Mostra

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EFE

Un ambicioso fresco de hechuras clásicas sobre la historia reciente de Portugal, “A Herdade”, y una crónica anticapitalista ambientada en la Marsella actual, “Gloria Mundi”, han acaparado hoy la atención en la sección oficial de la 76? Mostra de Venecia.

El portugués Tiago Guedes ha presentado un filme de tres horas de duración en cuyo epicentro sitúa a un poderoso latifundista (Albano Jerónimo) y su familia, cuyo desmoronamiento corre en paralelo a los acontecimientos históricos a partir de la Revolución de los Claveles.

“Es el fin de una era, la manera en que el mundo funcionaba en esas tierras, todo cambió con la revolución”, ha señalado en rueda de prensa Guedes, que reconoce influencias de westerns y melodramas clásicos, de Sergio Leone a Elia Kazan, aunque “A Herdade” también recuerda al “Novecento” de Bertolucci.

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En el fondo, lo que Guedes está contando es la crisis de una manera de entender la masculinidad y el liderazgo como ejercicio de la fuerza. “El patriarca está marcado por su herencia emocional, su principal objetivo es mantener sus tierras, pero no se da cuenta que el mundo ha cambiado y ya no es posible”, ha explicado el director.

El actor Albano Jerónimo ha dejado claro que no se trataba de retratar a un héroe, sino a un hombre “imperfecto”, superado por debilidades de las que no es consciente.

El iniciador del proyecto fue el productor Paulo Branco, que quería aportar al relato histórico un punto de vista que aún no se había visto en el cine, el de la aristocracia rural, según ha explicado en Venecia.

Fue Branco quien encargó al guionista, Rui Cardoso Martins, un primer borrador sobre el que se puso a trabajar con Guedes cuando éste entró en el proyecto.

Frente al desmoronamiento del patriarcado y la dictadura, el francés Robert Gudediguian ha mostrado la cara más oscura del capitalismo -precariedad, individualismo, violencia- también a través de los avatares de una familia, pero ubicada en la Marsella actual.

Guediguian no convenció con los giros un tanto rocambolescos de su “Gloria Mundi”. Esa Gloria del título es un bebé que nace al arrancar la película y que parece venir a colmar de felicidad a la familia. Pero la dureza de los tiempos y los errores del pasado repitiéndose acaban frustrando su alegría.

El director quiere denunciar cómo el capitalismo arrasa con todo, incluidos los lazos fraternales y afectivos. Las señales de los tiempos aparecen evidentes: un yerno trabaja como conductor de Uber, otro tiene una tienda “cash converter”, mientras que la hija del matrimonio protagonista mete horas sin parar en una tienda de ropa.

Guediguian ha rechazado que su punto de vista sea pesimista. “Si he hecho la película es precisamente porque me enervaba tener que aceptar la idea de que todo esto es normal y que no puede cambiar, que estamos condenados al individualismo y al narcisismo”, ha denunciado.

“No he podido hacer una comedia porque no me dan ganas de reír, es una llamada de atención, no quiero vivir en un mundo lleno de muros, sin seguridad social, ni pensiones. La película está hecha para reaccionar a todo esto”, ha añadido el cineasta que se ha autoproclamado un “optimista desesperado”.

El compromiso político y con los más desfavorecidos y la ubicación en Marsella son constantes en el cine de Guediguian, que habitualmente rueda con el mismo equipo y los mismos actores, entre ellos su esposa Arianne Ascaride, que ha contestado hoy a una de las preguntas cantando el himno del partido comunista italiano.

“Somos un grupo dentro y fuera del rodaje y estamos siempre atentos a lo que ocurre en la sociedad”, ha señalado la actriz.

“Los personajes de esta película no creen en la política porque es lo que percibimos alrededor, gente que te dice que son todos iguales. No tienen tiempo para la reflexión porque están centrados en sobrevivir, ese es el drama”, ha rematado.

Por Magdalena Tsanis

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