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Regla de Trump pone en riesgo a empleados de procesadoras de carne, según HRW

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EFE

Una nueva medida del Gobierno de Donald Trump para favorecer a las procesadoras de carne del país pone en grave riesgo la salud de los empleados y endurece unas condiciones de trabajo ya precarias, alerta un informe de Human Rights Watch (HRW) difundido este miércoles.

La investigación estableció que el panorama para los trabajadores de este sector, en su mayoría inmigrantes, es desalentador, ya que la Administración Trump está permitiendo que los mataderos de pollos aumenten la velocidad de sus líneas de producción.

En el reporte titulado “‘Cuando estemos muertos y bajo tierra, nos seguirán doliendo los huesos’: Amenaza a los derechos de los trabajadores de plantas avícolas y cárnicas de EE.UU.”, HRW recoge los testimonios de medio centenar de trabajadores y expertos.

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“Al permitir que las empresas aceleren su producción, el Gobierno de Trump está poniendo en grave peligro la salud de los trabajadores de este sector, todo por favorecer a estas compañías y la producción”, advirtió a Efe Matt McConnell, investigador de HRW y autor del reporte.

En septiembre del año pasado, la agencia federal USDA Food Safety and Inspection Service (FSIS) permitió que algunas de las procesadoras de pollos elevaran el límite establecido por el anterior gobierno, y pasaran de 140 a 175 aves sacrificadas por minuto (bpm, por su sigla en inglés).

El investigador subraya que las regulaciones no establecen cuántos trabajadores son necesarios para cumplir con estas velocidades, “lo que hace que la presión sea mayor para los empleados de los mataderos”.

“La mayoría de entrevistados dijeron experimentar dolor crónico, especialmente en sus manos. Cuando llegan a su casa no son capaces ni de destapar una botella, el dolor es agobiante”, añadió McConnell.

La preocupación de HRW no sólo está en el aumento de las velocidades de matanza, sino que el informe advierte además que el Gobierno también evalúa establecer nuevos sistemas de inspección que eliminarían el tope máximo para los productores del sector porcino y posteriormente para la carne vacuna.

A esto se sumaría las pocas regulaciones establecidas para los procesos de deshuesar, cortar y empacar y los químicos usados para tratar la carne, entre otros.

McConnell aseguró que literalmente muchos trabajadores son fumigados todo el día con “ácido peracético”, que puede ser corrosivo.

La exposición prolongada a este químico produce irritación en los ojos, nariz y garganta, señala el reporte, que indica que los trabajadores entrevistados que se desempeñan en estas áreas reportaron tener problemas de visión y respiración.

Un ejemplo del deterioro de la salud de estos empleados es el testimonio de Ignacio Dávalos, un trabajador de una planta de carne porcina en Nebraska quién asegura que “ya pasó del límite del agotamiento al límite del dolor”.

“Cuando estemos muertos y bajo tierra, nos seguirán doliendo los huesos”, aseguró el hispano, cuyo testimonio fue usado para titular el estudio.

A la lista de problemas que enfrentan estos trabajadores se suma la falta de estatus legal de muchos de ellos.

Un ejemplo de la vulnerabilidad de este sector fue la redada del pasado 7 de agosto en varias procesadoras de pollo en Misisipi en las que 680 trabajadores fueron detenidos por las autoridades de inmigración.

“El temor a represalias y la posibilidad de deportación hace que muchos de estos trabajadores duden si denunciar las malas condiciones laborales que viven y a los patrones abusivos”, recalca McConnell.

El miedo a perder el empleo fue el que obligó a una trabajadora de Nebraska, a la que se le quedó atrapado un dedo en una máquina empacadora de carne, a seguir trabajando sin haberse recuperado por completo.

El accidente de la trabajadora ocurrió un viernes en la tarde y le dijeron que regresara a la planta el lunes por la mañana, ya que la única forma de que recibiera compensación era si seguía trabajando.

Dos de cada tres trabajadores entrevistados para realizar el informe eran latinos, la mayoría mujeres.

HRW instó al gobierno a mejorar las condiciones de los trabajadores de este sector poniendo fin al aumento de las velocidades en el sacrificio y procesado de las carnes.

El informe también recomienda a la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) reglamentar la industria y establecer estándares de prevención de riesgos laborales para cuidar más y mejor a los trabajadores del sector.

McConnell aseguró que los consumidores pueden exigir a los establecimientos que venden estos productos cárnicos más transparencia sobre esta industria e informarse sobre el origen y quién está detrás de la carne que consumen.

“El público puede hacer una diferencia si apoyan a las empresas que tratan de manera justa a sus empleados”, dijo McConnell.

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