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“Rouge”, el circo para adultos que aplasta los estereotipos de género

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EFE

“Bienvenidos al circo, al circo de los adultos”. Con esta tentadora invitación, “Rouge” presenta en Edimburgo uno de los espectáculos más picantes del Festival Fringe, en el que las acrobacias, mezcladas con ópera y tintes de burlesque, pretenden romper los estereotipos de género.

Obra de la compañía australiana Highwire, “Rouge” aterriza por primera vez en el Circus Hub, el espacio del Fringe dedicado al circo que se ubica en el céntrico parque The Meadows, y estará en la capital escocesa hasta el día 24.

La voz de Paul Westbrook, encargado de las acrobacias y de los números de baile, resuena desde el final de la carpa convertida en un atractivo cabaret, para dar la bienvenida a los que, asegura, se han atrevido a adentrarse en esta peculiar experiencia.

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Según explicó Westbrook a Efe, “Rouge” se basa en “muchos elementos del circo clásico”, pero busca “darle una vuelta” a la visión tradicional de este género.

“En vez de que sean los chicos los que lleven a las chicas, son ellas las que toman la iniciativa y hay muchos números en que solo participan mujeres. Jugamos mucho con los estereotipos de género para asegurarnos de que cada uno está representado de forma igualitaria y no de la manera habitual”, señala.

Él mismo, precisa, lleva tacones “casi todo el tiempo” y es zarandeado y elevado por sus compañeros en una muestra de que cada uno es libre de sentirse atraído por quien quiera y de que lo que importa es “darle la vuelta a todo”.

Tras un sensual número de baile de todo el elenco que deja entrever el carácter de la función, el escenario se ilumina tenuemente para mostrar las siluetas de dos acróbatas que, a base de finos pero certeros movimientos, se retuercen y elevan en el aire, mientras de fondo se escucha la potente voz de Issie Hart.

El rostro más conocido de “Rouge” es esta actriz y soprano que ya ha pisado el Fringe en más de una ocasión y que en esta edición también presenta un concierto de música clásica en solitario.

Su número más aclamado es cuando aparece con un espectacular y amplio vestido rojo, al estilo de las clásicas sopranos, e interpreta una expresiva pieza que la transporta hasta los tonos más agudos y le lleva incluso a entelar sus ojos.

La razón de tal éxtasis se descubre pocos segundos después. Westbrook sale de debajo de sus faldas y con gesto pícaro abandona el escenario, mientras ella sigue con su actuación hasta alcanzar de nuevo un clímax sonoro que entusiasma a la audiencia y que de nuevo tiene su origen en la acróbata que está debajo de sus ropajes.

“Es un espectáculo en que todo el mundo quiere a todo el mundo y jugamos entre nosotros. No hay una única sexualidad, un estereotipo o un tipo de concepción tradicional del género... Realmente lo mezclamos todo y lo disfrutamos”, afirma la cantante en declaraciones a Efe.

En “Rouge” no hay un momento de aburrimiento, pues los números más espectaculares y que obligan al público a aguantar la respiración, como en el que uno de los acróbatas se sube a una pila de cinco sillas que alcanzan el punto más alto de la carpa, dejan paso a otros más cómicos.

Westbrook se encarga de elegir a un voluntario del público que sube al escenario unos minutos y es partícipe de un pequeño número erótico que arranca los aplausos de la audiencia.

Sin embargo, el momento más coreado es cuando una de las artistas aparece semidesnuda y con la pantalla de una lámpara encendida sobre la cabeza para, al ritmo de la canción “Turn me on” (enciéndeme), hacer girar varios aros de colores sobre su cuerpo.

Al momento se le unen los chicos con sendas pantallas que también les cubren el rostro y convierten el escenario en una pista de baile.

En palabras de la directora, Elena Kirschbaum, el objetivo principal de “Rouge” es “romper convenciones y aplastar los estereotipos de género, por lo que es mucho, mucho más que un simple espectáculo de circo sexy”.

Por Remei Calabuig

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