Anuncio

Ana Ariño, la española que guía a Nueva York a liderar la economía del futuro

Share
EFE

La española Ana Ariño es la vicepresidenta ejecutiva de la Corporación de Desarrollo Económico de la Ciudad de Nueva York (NYCEDC) y la encargada de diseñar la estrategia para que la Gran Manzana siga siendo la líder indiscutible ya no solo como capital financiera, sino tecnológica.

“Lo primero que me dicen muchas personas cuando me reúno con mis equivalentes en otros países es lo curioso que resulta que Nueva York tenga a una extranjera de origen en este puesto. Yo digo que es algo muy típico de Nueva York”, afirma en una entrevista con Efe la estratega jefe del organismo oficial de la ciudad, que valora su diversidad e integración.

Ariño recaló en Estados Unidos gracias a una beca de la Fundación Rafael del Pino para estudiar un máster en la Universidad Johns Hopkins, después de haber cursado Económicas en la Universidad Autónoma de Madrid y tras haber trabajado en empresas como Iberdrola o en la Comisión Europea.

Anuncio

Tras trabajar un tiempo en una firma de Boston, consiguió un empleo en la NYCEDC durante la alcaldía de Michael Bloomberg (2002-2013) y ha ido escalando puestos hasta asumir una de sus vicepresidencias ejecutivas.

Su misión actual es la de dirigir “inversiones estratégicas en la economía de Nueva York que favorezcan la competencia de la ciudad a nivel nacional y global”, ya que su producto interior bruto de 823 millones de dólares y su población de 8,5 millones de personas hacen que juegue de igual a igual con países enteros.

Los pilares de dichas inversiones que cimenten el papel de Nueva York en el futuro como líder global son tres, según Ariño: la innovación tecnológica, construir una economía inclusiva y aprovechar y atraer el talento.

“Después del crash financiero de 2008 nos dimos cuenta de que necesitábamos construir una economía más fuerte, que no dependiera tanto de las finanzas, y que había una gran oportunidad en torno a la tecnología”, detalla.

?El objetivo? Consolidar a Nueva York como una capital tecnológica puntera, capaz incluso de competir con la meca de Silicon Valley en sectores donde la ciudad de los rascacielos ya es líder, como las finanzas, el sector inmobiliario o los medios de comunicación.

Además de apostar por las “fintech” o las “real estate-tech”, en el punto de mira estratégico de Nueva York se encuentran sectores en desarrollo en los que la ciudad “quiere tener un sitio en la mesa” a la hora de “crear los trabajos del futuro”.

Ejemplos donde las inversiones neoyorquinas son clave hay varios: la ciberseguridad, el “blockchain” (tecnología de cadena de bloques, característica de las criptomonedas) o la inteligencia artificial.

Esta apuesta llevó a Nueva York a intentar instalar en su seno a Amazon, el gigante del comercio electrónico, aunque finalmente la compañía retiró sus planes de abrir una sede en el distrito de Queens por la fuerte resistencia de los neoyorquinos y de múltiples representantes políticos, como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez.

“Fui una de las personas en el equipo de esta agencia que ganó esa propuesta”, asegura Ariño, quien, si bien define como “decepción” que la compañía de Jeff Bezos no se instalara en la ciudad, ve el lado positivo: “El hecho de que ganáramos esa apuesta es una manifestación de Nueva York como capital tecnológica”.

A los anunciados planes de Google para expandirse (de 7.000 empleados a 14.000 en diez años), detalla la española, se suman la llegada de compañías como Facebook, IBM o Slack, así como el fuerte ecosistema emprendedor, con 9.000 startups, el segundo más grande del mundo.

Con todo, a pesar de estas cifras boyantes, el organismo también ha de velar, según Ariño, por que el crecimiento inclusivo llegue a toda la ciudadanía.

“Aunque estemos en picos históricos de empleo, mucha gente no está participando de ese crecimiento. Necesitamos hablar de asequibilidad y de oportunidad”, insiste, algo que tiene mucho que ver con la promoción y la búsqueda de talento, abriendo caminos “para que la gente opte a trabajos a los que de otra manera no podrían acceder”.

“Las oportunidades de la economía de la innovación son tantas que no hace falta una carrera. Muchas de las habilidades que se requieren se pueden aprender a través de formación específica”, asevera Ariño, que pone como ejemplos “el valor, la ética de trabajo o la capacidad para resolver problemas”.

Gracias a cursos aceleradores, en solo 13 semanas y con un graduado de instituto, muchos trabajadores que contaban con estas habilidades han encontrado empleos por los que llegan a cobrar entre 75.000 y 80.000 dólares anuales.

Si bien la receta para que otras ciudades copien el modelo neoyorquino no es del todo replicable, para Ariño hay tres elementos claves para intentar reproducirlo: “Un análisis de tus fortalezas y activos, su densidad y la colaboración público-privada”.

Anuncio