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Beitar Jerusalén, club insignia de la derecha de Israel que no ficha a árabes

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EFE

?Qué es el Beitar Jerusalén, el club al que se enfrentará este martes el Atlético de Madrid? El equipo israelí, con un grupo de ultras que se ha autoproclamado “el club de fútbol más racista del país”, es un equipo que se precia de no aceptar a jugadores árabes o musulmanes.

Con la liga israelí en su tramo final, el Beitar, un símbolo de la derecha del país, no ha destacado este año en la competición. A poco tiempo de terminar el torneo, está en la undécima posición, con solo tres equipos por detrás.

Pero no se trata de un club cualquiera. Desde que fue creado en la década de los treinta por sionistas revisionistas, aún en tiempos del mandato británico de Palestina (1922-1948), su trayectoria deportiva ha acompañado la historia de Israel. Su época dorada fue hace dos décadas.

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“El Beitar jugó muy buen durante los noventa, cuando se convirtió en un imperio futbolístico”, explica a Efe el aficionado israelí Daniel Blaustein, que agrega que sus mejores tiempos coinciden “con el auge del Likud y la primera victoria en las elecciones de 1996” del actual primer ministro, Benjamin Netanyahu.

A medida que creció, lamenta Blaustein, “el club también se convirtió en un receptáculo de intolerancia y racismo”.

Los colores amarillo y negro del Beitar, muy popular en el país, han sido identificados históricamente con la derecha.

Entre sus seguidores hay grandes líderes derechistas, como el propio Netanyahu, o el exministro de Defensa, Avigdor Lieberman, colono y líder del partido ultraderechista Israel Nuestro Hogar.

Ambos han asistido a menudo en los partidos del equipo en el Estadio Teddy Kollek, usado por varios clubes locales de Jerusalén, y muy cerca de la histórica línea de separación con los territorios palestinos ocupados de Jerusalén Este y Cisjordania.

En el campo, con una capacidad para más de 30.000 espectadores, los hinchas más radicales llenan las gradas cuando juega el Beitar.

Estos, a los que también se puede ver en manifestaciones de extrema derecha, integran La Familia, la más extrema peña del club, envuelta en escándalos de violencia, amenazas o negocios turbios, y que desde su creación en 2005 ha exhibido un nacionalismo a ultranza, con un marcado racismo antiárabe del que ha presumido sin tapujos.

En toda su historia, el Beitar es el único equipo de la liga israelí en el que no ha jugado ningún árabe, y años atrás, cuando el entonces propietario, un magnate ruso-israelí, fichó a dos jugadores musulmanes chechenos, miembros de La Familia quemaron parte de las instalaciones del club como protesta.

En 2015, a raíz de la controversia por los insultos antiárabes de sus seguidores, el club fue citado por la Comisión para la Igualdad de Oportunidades de Empleo del Ministerio de Economía para dar explicaciones sobre por qué no fichaba a árabes, que son un veinte por ciento de la población del país.

El equipo ha intentado cambiar su imagen en los últimos años y tiene “una política contra el racismo”, señala a Efe su portavoz, Oshrid Dudaei.

“Creo que nuestros seguidores cambiaron de mentalidad. Ahora puedes encontrar una actitud más tolerante en el campo”, remarca Dudaei, que asegura que “en esta temporada no se han registrado cánticos racistas o actos violentos por parte de los aficionados”.

No obstante, sigue sin haber ningún jugador árabe o musulmán en el primer equipo, aunque Dudaei concreta que sí los hay en las categorías inferiores.

Tras hacerse con el control del club, su nuevo propietario, Moshe Hogeg, abrió la puerta el pasado verano al posible fichaje de árabes y musulmanes. Pero marcó ciertas condiciones para aceptar su presencia en el club: “Más allá de que sea un buen jugador, deberá aceptar que Israel y Jerusalén son solo para la nación judía, y respetarlo”.

Para Maya Zinshtein, autora de “Forever Pure” (Siempre Puros), un documental sobre el comportamiento racista y violento de los hinchas de La Familia que sacudió al público israelí e internacional, el mayor reto al que se deberá enfrentar el Beitar será cuando el equipo se atreva a fichar a un jugador árabe.

“Ahora este club tiene que mostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Creo que está haciendo un esfuerzo por ello”, comenta a Efe la documentalista, que asegura que “la gran mayoría de los aficionados del Beitar no son racistas, solo necesitan levantarse y hacerse oír” para evitar que “una minoría” de ultras “tome control del campo”.

Joan Mas Autonell

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