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“Tienden” imágenes de Cristo en México para recordar su muerte

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EFE

Decenas de imágenes de Cristo, algunas de hasta 350 años de antigüedad, son veneradas en el poblado de San Martín de Hidalgo, en el estado de Jalisco (oeste de México) en los tradicionales “tendidos” que representan su muerte.

Durante el viernes Santo y desde hace al menos un siglo los pobladores siguen la tradición de realizar una especie de altares con un veintena de componentes naturales que tienen como elemento central la figura de Jesucristo en diferentes tamaños y materiales.

El experto Jorge Zepeda explicó a Efe que “los tendidos de Cristo” representan el momento en el que, según la Biblia, Jesús fue bajado de la cruz en el cerro del Gólgota y preparado para su entierro en la tumba de José de Arimatea, por lo que los dueños de los cristos son acompañados siempre por un “varón” que les ayuda a realizar el altar.

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El “varón” o padrino ayuda a colocarles un nuevo “cendal” o “taparrabo”, además de colaborar en la organización del “tendido”.

Los “tendidos” conjugan las creencias católicas con costumbres prehispánicas y dan como resultado una tradición que es reproducida por las familias en sus propias casas y generación tras generación, explicó Zepeda.

Los cristos son acompañados de ramas de árbol de encino y sauz que representan el Huerto de los olivos donde Jesús se retiró a orar, de palomas que simbolizan Espíritu Santo, además de clavos de olor como los que le fueron impuestos en manos y pies para subirlo a la cruz.

Además, los cristos son puestos en un “petate” o una esterilla de palma en la que los indígenas solían realizar la mortaja antes de un entierro, que es cubierto por hojas de laurel y una docena de velas que significan a los apóstoles y que son encendidas durante el “velatorio” de Jesús que se realiza durante la noche del Viernes Santo.

Las 53 esculturas de Cristo son considerados como “tesoros” por sus dueños pues la mayoría de ellos fueron regaladas por amigos o vecinos o heredadas por un familiar con la promesa de resguardarlas y continuar con la tradición.

Emeterio Ruelas es heredero de un Cristo de cerca de 100 años que originalmente estaba en un templo, luego pasó a manos de un hombre conocido como “el rebocero” y a su muerte este fue concedido a su padre quien cada año le “ponía su tendido”.

“En mi familia lo hacen desde que yo me acuerdo, tengo 65 años, y desde que tengo uso de razón han venido y lo han tendido en la casa”, afirma.

Las esculturas están hechas de hoja de caña o de maíz, de cerámica, de madera de encino y de pino y fueron elaboradas, en su mayoría, por artesanos indígenas hace unos 350 años.

Para los dueños de las figuras poder exponerlas y “atenderlas” es “un orgullo” pues representan una bendición y una figura a la cual pedirle milagros.

“Tenemos 25 años tendiendo aquí este tesoro, que es muy milagroso y es una herencia de mis abuelos, es mucha emoción, mucho gusto porque es nuestro señor Jesucristo”, asegura Josefina Evangelista.

Mientras que Rosalío Méndez recibió un Cristo de regalo por parte de uno de sus sobrinos, aunque algunos meses antes había comprado uno pues tenía mucha ilusión de poder realizar “el tendido” para que sus hijos no dejen morir esta costumbre.

“Me gusta mucho la tradición y con mucho gusto y voluntad aquí mis hijos y yo, con lo que podemos se tiende y se celebra la tradición, que no se acabe porque para mí es una cosa muy especial, así yo le pido Dios que me ayude”, expresó.

Después de las tres de la tarde cuando, según la tradición, Jesús murió, las familias se reúnen en torno al altar para rezar y encender las veladoras con la melodía del “huil” de fondo, un instrumento prehispánico cuyo sonido simula el lamento por la muerte de Jesús.

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