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Conservadores celebran el “trumpismo” para protegerse de “amenaza socialista”

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EFE

Gorras rojas, pañuelos y camisetas con barras y estrellas. Un público que pide hacer el país “grande otra vez” escucha a la gurú de campaña de Donald Trump asegurar que “la izquierda vende socialismo” hasta que entre el jolgorio alguien la interrumpe: “?Es comunismo!”, y todos aplauden.

Así arranca la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, en inglés), un evento anual que reúne durante varios días a políticos, activistas y aliados del conservadurismo estadounidense en un hotel cercano a Washington al que tienen previsto acudir el propio presidente, Donald Trump, y el vicepresidente, Mike Pence.

El título de la primera charla en la jornada previa al inicio formal de la conferencia, dedicada a la formación, reza “Cómo trabaja la izquierda: Cómo venden el socialismo con una sonrisa” y en ella la asesora de la campaña electoral que buscará hacer a Trump presidente de nuevo en 2020, Katrina Pierson, asegura que los progresistas del país “venden el socialismo y lo venden bien”.

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La oradora no contradice al asistente que la interrumpe al grito de “?Es comunismo!” pues, como ella indica a continuación, va hablar de “socialismo, comunismo... y todo eso”.

“(La izquierda) quiere el control de todo, se basa en el poder, un deseo humano básico”, argumenta Pierson, quien también fue activista del ala ultraconservadora del Partido Republicano conocida como “Tea Party”.

Aquí no se diferencia entre socialdemocracia, socialismo o comunismo... Todo forma parte de un todo que “amenaza” la libertad de los ciudadanos y que los asistentes a este evento están convencidos de tener que proteger.

“Sois soldados de la libertad”, dice otro orador, una vez que Pierson baja del escenario tras gritar que “ama Estados Unidos” y dar las gracias a Trump, quien en ese momento estaba en Vietnam reunido con el líder de Corea del Norte.

“Libertad” es quizás la palabra más repetida junto a “patriotismo”, una binomio que, cuando se pronuncia en una misma frase junto a Estados Unidos, lleva al éxtasis a las miles de personas congregadas en el lujoso hotel.

En los pasillos del edificio resulta imposible no distraerse con la cantidad de símbolos, camisetas y mensajes que portan los asistentes.

Por ejemplo, en una mesa a la entrada del hotel un hombre con un sombrero tejano lleva escrito con mayúsculas en su camiseta: “Los policías piden legalizar las drogas, preguntadme por qué”.

Este exagente llegado de Texas es un habitual de la reunión anual y explica a todo aquel que se acerca su teoría sobre legalizar las drogas para acabar con la criminalidad asociada al narcotráfico.

El ambiente es familiar, como de algo entre colegas, y los saludos se suceden entre las colas para acreditarse o confirmar la reserva de habitaciones.

Una entrada puede costar desde los 350 dólares de acceso general hasta los 5.500 del “paquete oro”, aunque hay descuentos para estudiantes, mayores de 65 años y veteranos militares.

También acuden voluntarios desde distintas partes del país.

Así, una pareja de voluntarios, que se sube al autobús lanzadera que conecta la estación de trenes de Washington con el complejo donde se celebra la conferencia, habla con otro viajero de Florida que ha acudido varios años como asistente a la conferencia y está ilusionado porque este año lo hace como prensa para un medio local.

Cuando la chica de la pareja comenta su vínculo laboral con Europa, el reportero la anima a que intente hablar con Nigel Farage después de su discurso del viernes.

Farage, el político nacionalista británico y firme defensor del “brexit”, es uno de los invitados estrella al evento junto a representantes republicanos, exmilitares y periodistas de medios (conservadores, claro).

Algunos cumplen varias de estas premisas, como el representante en la Cámara Baja por el segundo distrito de Texas, Dan Crenshaw, un antiguo miembro de las fuerzas de élite del Ejército, encargado de la charla “Aprende de un militar para liderar tu equipo”.

Crenshaw también vuelve a alertar en el escenario del fantasma del comunismo: “Una sociedad en la que cada uno no es responsable de sí mismo es una en la que la gente no es libre, porque alguien se va a hacer cargo de ti”, razona.

De nuevo, la palabra libertad y de nuevo el público en pie corea “?Estados Unidos!”.

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