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Las costarricenses Cabezas y Monge exhiben crítica patriarcal en Nueva York

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EFE

Una exhibición en la Americas Society de Nueva York reúne por primera vez a partir de este miércoles la obra de dos artistas costarricenses de diferentes generaciones, Victoria Cabezas y Priscilla Monge, cuyas trayectorias coinciden en su crítica de la estructura patriarcal.

“Dame lo que pides” muestra, a través de 52 piezas de diferentes formatos, cómo “para las mujeres el arte ha sido una herramienta para reclamar el derecho por la autodeterminación de sus nombres, sus vidas y sus cuerpos”, explicó a Efe el comisario de la exposición, Miguel López.

López es codirector de TEOR/éTica, una organización que desde la década de los 90 revisa “el aporte de artistas mujeres a la transformación radical del lenguaje del arte contemporáneo” en Centroamérica, y para llevar a cabo la exhibición se sumergió durante un año en los archivos de las artistas plásticas.

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Cabezas empezó a producir sus obras en los años 70 y Monge en los 90, pero pese a pertenecer a diferentes generaciones, sus carreras convergen en sus “maneras agudas y divertidas de hacer una crítica a la estructura patriarcal”, detalló el curador.

Ambas “han construido discursos contemporáneos en Centroamérica sobre el cuerpo” y una relación “entre la crítica al patriarcado y las tradiciones”, señaló por su parte la directora y curadora del Americas Society, Gabriela Rangel, para quien lo más interesante es su “parodia de los clichés”.

El título de la exhibición, que estará abierta gratuitamente hasta el 4 de mayo, procede precisamente de una obra de este tipo firmada por Monge, quien fue premiada en 2018 con el galardón nacional Francisco Amighetti de Artes Visuales, el más prestigioso de este sector en Costa Rica.

“Dame lo que pides”, uno de sus primeros trabajos con pintura combinado con textil, retrata a una mujer que “con una patada de ataque, y no como una modelo lánguida”, dice: “Dame lo que pides y pide lo que quieres”. “No puedes pedir lo que no estás dispuesto a dar”, declaró la artista.

Por su parte, Cabezas sostuvo que el nexo reivindicativo entre ambas “se hace evidente gracias a la curaduría” y apuntó a una serie de sus fotografías de los años 70, cuando siendo estudiante en Florida decidió abordar “con ironía” las visiones “ridículas y ofensivas” que se tenían sobre la “república bananera” de Costa Rica.

En ellas, un hombre con traje abraza un banano, lo que supone “una parodia de todas las connotaciones fálicas” de este fruto y una reflexión sobre la masculinidad “hegemónica” que no suele asociarse a la “ternura o la delicadeza”, dijo el comisario, que ve “muy radical” el uso fotográfico de Cabezas y sus puestas en escena.

La propia artista explicó que en EE.UU. se hablaba de la “sensualidad del hombre latinoamericano, sin nombrar a la mujer ni tener en cuenta la explotación de los trabajadores”, que muy lejos de una “vida maravillosa” en las plantaciones, tenían los “brazos sangrando con las picaduras de los insectos”.

También fue arriesgado, a principios de los 90, el arte visual de Monge, por ejemplo en una “performance” que realizó al caminar por San José con unos pantalones compuestos de toallas higiénicas y manchados de su sangre menstrual, algo que según exeplicó le hizo sobreponerse primero a su propia “vergüenza”.

Tanto los pantalones como fotografías que rememoran esa acción están expuestos en la Americas Society, junto a otras obras de Monge que cuestionan las jerarquías de género, entre ellas su “Pelota de fútbol” (1997), cosida con compresas, o unas máscaras de lucha que llevan enganchadas cajitas de música con canciones de cuna.

Entre las piezas de Cabezas, sobresalen también una serie de fotografías que exploran los ritmos de la televisión y la vida de la mujer, algunas hechas con su pionera técnica del plateado selectivo o pintadas con maquillaje, y “El banano emplumado”, un plátano de peluche cuya piel está cubierta de purpurina dorada y plumas.

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