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El misticismo de una máscara busca crear cultura de lucha libre en Costa Rica

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EFE

El luchador “Escualo” se coloca una máscara, sube al ring y comienza con una serie de patadas voladoras, llaves y saltos, un arte que trata de impulsar en Costa Rica para crear una cultura de la lucha libre.

Ese estilo de lucha libre proveniente de su país natal, México, es el que “Escualo” en su academia ubicada en la localidad de Desamparados, en San José, quiere desarrollar.

Inició hace cinco años y asegura que con el tiempo cada vez más personas se adentran en esta aventura que requiere de mucha disciplina, trabajo y sobre todo respeto por la máscara y el personaje que tienen que representar cada día.

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“Queremos formar cultura de lucha libre, quitarle esa idea a la gente de que somos payasos. En Costa Rica la lucha estaba abandonada, descuidada y toca sacarle adelante. Desde hace 5 años tratamos de dignificar un poco a la lucha y formamos talento nacional desde cero con todas las bases de la lucha libre, en este caso la mexicana”, afirmó Escualo en entrevista con Acan-Efe.

Su nombre real no lo quiso revelar, ni siquiera tiene redes sociales con el nombre que le dieron sus padres, todo forma parte del misticismo que existe detrás de su máscara, de a quién representa y de su personaje.

El enmascarado, al cual solamente se le pueden ver sus ojos, se transforma cuando sube a las redes, sale al compás de “Quien se Anima”, un género regional mexicano y cumple con su rutina diaria de Escualo.

El personaje sale vestido con su equipo de lucha, se muestra rudo, le gusta ser fuerte con sus contrincantes y verse siempre mucho más poderoso.

“Cuidamos la parte de la incógnita, al que ven arriba del ring, un espectáculo que la gente paga por ir a vernos. El hecho de usar una mascara es crear esa curiosidad al fanático, sobre quién es o de dónde viene ese personaje porque no lo conocemos. Al ponerme una mascara me transformo, ya no soy yo, lo dejo guardado, y el que sube a luchar es un enmascarado que se llama Escualo”, afirmó.

“Aveces también es bueno conocer detrás del luchador qué es lo que existe y todo lo que hacemos para llegar a ese personaje y desarrollarlo según sus características”, añadió.

Parte del espectáculo es que las personas se involucren con su historia. Una mezcla entre la ficción y la realidad que existe detrás de la máscara.

Este luchador es ingeniero y todos los días va a su trabajo, completa su jornada para posteriormente adentrarse en el gimnasio unos días de la semana y los restantes los dedica a la academia y a entrenar a los jóvenes que también quieren una vida detrás de la máscara.

La lucha libre en Costa Rica es una disciplina prácticamente nueva, aunque cada vez hay más interesados tanto en observarla como en participar dentro del cuadrilátero.

Sin embargo, son pocos los que continúan ya que se necesita de mucho amor por esta disciplina.

“Desde hace cinco años a la fecha han pasado 190 personas por esta academia y ni siquiera el 10 por ciento está en el grupo. Solo los que han aguantado y se han quedado, porque realmente se les exige mucho”, afirmó el luchador.

“Nosotros nos preparamos, entrenamos tres veces por semana y queremos que la gente conozca que esta lucha libre no es un circo o un teatro, sino que valoren y conozcan más de esta disciplina que requiere de sacrifico, disciplina y mucho entrenamiento”, destacó Escualo.

Para este enmascarado, su mayor trabajo en Costa Rica está en romper con los mitos detrás de la lucha libre, a la cual tildan de falsa o bufonada.

“La gente siempre ha creído que no nos golpeamos que todo es fantasía y eso es un mito que siempre ha existido. Tratamos de romper con eso y ahora, nosotros hemos logrado ganarnos el respeto del público y ellos se han dado cuenta de que requiere de mucho entrenamiento y lucha”, afirmó.

Parte de los esfuerzos de la academia ha sido traer talento como luchadores internacionales de México, Estados Unidos, Inglaterra, y próximamente, en marzo, llegará un japonés para fogueos con locales.

Su objetivo es una arena totalmente llena, con una afición eufórica que les indique que todos sus esfuerzos por reivindicar esta disciplina en Costa Rica ha valido la pena.

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