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Periodista F. Peirón revela alma de Nueva York a través de historias humanas

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EFE

“La fascinación por los rascacielos la pierdes, te acostumbras, pero por las personas, no”. Bajo esta idea, propia del periodista bregado en la información local, Francesc Peirón publica “Me llamo Nueva York” (Ed.Península), donde revela el alma de esta gran urbe desde las más increíbles historias de sus moradores.

Una de ellas es la de una vecina octogenaria del Upper West Side, una superviviente de Auschwitz que llegó adolescente a Nueva York dejando atrás una Europa que hoy no existe y cuya historia es, según el periodista español, “fascinante”.

Su nombre es Renée Feller y aparece justo en el momento de la entrevista de Efe con Peirón, que observa de forma tierna cómo la anciana, paciente, espera a que se levante una joven latina para ubicarse en su sitio de siempre en el Zabar’s, un café-restaurante ubicado en Broadway con la calle 80 y que forma parte de una emblemática tienda de ultramarinos.

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Rabina de bodas gais, ella es una “superviviente”, como muchos de los protagonistas del libro del periodista catalán, a quien atrae la estética del perdedor que llega a Nueva York “a reinventarse, a encontrarse a sí mismo”: “Son historias increíbles de superación personal y Nueva York es una ciudad que favorece esos procesos”.

Con tres matrimonios a sus espaldas, Renée, que nació en una ciudad húngara que acabó formando parte de Ucrania, se reunía cada día con otros parroquianos en el Zabar’s para desmenuzar la prensa diaria y conversar, hasta que ganó las elecciones el “innombrable” (Donald Trump) y provocó la disgregación del grupo, ejemplo de la división que hoy vive Estados Unidos.

Peirón narra en su libro una veintena de historias humanas fruto de sus diez años de anotaciones en su libreta Molenskine de corresponsal del periódico español La Vanguardia, a partir de las cuales revela los rincones más “auténticos” de Nueva York, entendida como la gran urbe que es. Siempre se desplaza en el metro, la arteria que une Manhattan con el Bronx, Brooklyn, Harlem y Queens.

Para su libro se inspiró sobre todo en un clásico, “Here is New York”, de E.B. White, y en las narraciones de un periodista de The New York Times, Charlie LeDuff, en su “Work and other sins. Life in New York City and Thereabouts”.

”?Que cuáles son las historias que más me gustan de mi libro? Con la que me lo pasé mejor fue con la de Morticia”, apunta el periodista barcelonés, que sonríe al recordar sus conversaciones en el cementerio de Green-Wood con la enterradora más famosa de EE.UU., autora de varios libros y que de joven posó para “Playboy”.

Otra de sus historias preferidas es la de Chicken Delicious, un extravagante pianista del restaurante italiano Mimi’s, originario de Misisipi y capaz de interpretar cualquier pieza musical, “una leyenda del Midtown”, según The New York Times, capaz de ejercer al mismo tiempo de vidente, showman y músico de gran nivel.

De pequeño se coló en el zoológico de Jackson y lo encontraron sin un rasguño sentado encima de la cabeza de un cocodrilo. Sufrió acoso escolar y no se sintió en su sitio hasta que estudió arte en la universidad, luego recorrió Europa en moto, se hizo profesor en un colegio de Nueva York, tuvo éxito como pintor al exponer en Manhattan y su espiritualidad -tenía visiones desde niño- lo llevó a dormir en cementerios en los que conectaba con los dioses africanos y a elaborar pociones como aprendiz de chamán.

Peirón también narra la historia de Derrick Hamilton y Shabaka Shakur, dos vecinos de Brooklyn que pasaron más de 20 años en la cárcel por culpa de un policía corrupto, Louis Scarcella, un detective que se convirtió en la estrella del Grupo de Homicidios del Norte de Brooklyn y del que, una vez ya jubilado, se descubrieron todos sus amaños y compra de testigos para resolver casos.

Derrick y Shabaka se conocieron en prisión y acabaron abriendo un restaurante en Brooklyn con la indemnización, justo en frente de una comisaria. Atienden a los policías sin resentimiento y dicen creer pese a todo en el sistema judicial.

Al final de la entrevista dejamos el Zabar’s. Peiron se despide cariñosamente de Renée, que apura un café, y nos acompaña a 10 grados bajo cero hasta la calle 79 para enseñarnos uno de los dibujos urbanos del misterioso artista Banksy que hay en Nueva York y que, recuerda Peirón, el dueño del Zabar’s logró salvar de los gamberros. Pero eso es otra historia, una más de la Gran Manzana.

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