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Las cholitas escaladoras de Bolivia ahora sueñan con el Everest

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EFE

Después de haber conquistado la cima del Aconcagua, el pico más alto de América, el grupo de mujeres aimaras bolivianas conocidas como las cholitas escaladoras valora la posibilidad de ascender a la cúspide del monte Everest, el más alto del mundo.

En declaraciones a los medios, Analía Gonzales, una de las mujeres alpinistas, aseguró este lunes que escalar el monte Everest es “otro sueño” y que es una montaña “mucho más dura y más técnica” que el elevado pico del Aconcagua en Argentina.

“Posiblemente nosotras vayamos antes a otras montañas previas a ir al Everest”, manifestó Gonzales, que además dijo que para lograr esa hazaña es preciso “entrenar mucho más”.

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El monte Everest es el pico más alto del planeta con 8.848 metros sobre el nivel del mar, situado en la cordillera asiática del Himalaya entre los límites de China y Nepal.

Para ello está previsto que este grupo de mujeres aimaras escale el nevado Ojos del Salado en Chile, que tiene una altitud de 6.891, y Mont Blanc, en los Alpes europeos, de unos 4.810 de elevación, al mismo tiempo de buscar financiación para su hazaña mayor.

Lilia Huaylla, Analía Gonzales, Dora Magueño, Cecilia Llusco y Elena Quispe, las cinco mujeres aimaras que escalaron los 6.962 metros del Aconcagua, recibieron este lunes el reconocimiento de la Asociación Andina de Promotores en Aventura y Montaña (Aaptam) y del Ministerio de Culturas de Bolivia, por su ascenso la semana pasada.

“Cuando vayan al Everst tengan por seguro que está un país detrás de ustedes”, aseguró entusiasmado el viceministro de Descolonización de Bolivia, Félix Cárdenas.

Las cholitas montañistas son conocidas así por no desprenderse en sus incursiones de su atuendo típico, que consta de un sombrero tipo hongo, una manta, polleras o faldas largas y el aguayo, que es una tela multicolor que sirve para envolver objetos y cargarlos en la espada.

Gonzales contó que el ascenso al Aconcagua, que se hizo en siete jornadas, lo hicieron con equipo de montaña y encima las polleras y el aguayo, que reemplazó las mochilas típicas de los escaladores.

La indígena contó que esa incursión sirvió para transmitir sus conocimientos y tradiciones como la de “ch’allar” u ofrecer una libación a la montaña con alcohol y hojas de coca, como muestra de respeto a la madre tierra.

Analía Gonzales relató que ese gesto ritual permitió que el clima, que inicialmente era de mucho viento y nieve, fuera mejorando al punto que cuando llegaron a la cúspide del Aconcagua les fue favorable, el pasado miércoles.

“Hemos vuelto agradecidas y enamoradas de ese cerro”, destacó Gonzales.

El grupo ha logrado desde 2015 escalar los nevados más altos de Bolivia como el Huayna Potosí, un pico de 6.088 metros cerca de La Paz, y el Sajama de Oruro, de 6.542, la más alta de Bolivia.

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