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El Espérance de Túnez cumple cien años de fútbol, pasión, títulos y política

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EFE

Hijo de la rebeldía contra la ocupación colonial francesa y emblema de las aspiraciones independentistas, el Espérance de (EST), actual campeón de África, cumple este martes cien años de vida.

Una pasión de “sangre y oro”, herrada en fuego en la mayoría de los corazones tunecinos, que precedió incluso a la fundación del primer partido político y al primer sindicato y que en 1956, año de la independencia, llevaba ya casi cuatro décadas haciendo honor a su nombre.

Fue en 1917 cuando dos jóvenes visionarios de apenas 19 años, Mohamed Zouaoui y Hédi Kallel, decidieron crear un “equipo de fútbol musulmán”, una iniciativa que frenó la autoridad colonial con la excusa de que no incluía ciudadanos franceses en su comité constituyente.

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Ante la perseverancia de los jóvenes, Francia, que dominaba el antiguo territorio otomano desde 1881, designó al funcionario Louis Montassier, quien exigió ser presidente, y que fue apartado dos años después una vez obtenida la autorización oficial.

El nuevo club, que no contaba con medios económicos ni formación, optó por el verde y blanco para su equipación y primer escudo, colores vinculados al islám.

“Ni si quiera sabían cómo crear el estatuto, así que copiaron a escondidas el del Racing de Túnez, a la luz de una vela, para poder devolverlo antes de que se dieran cuenta?, relata a Efe Abdelaziz Belkhodhja, hijo de Hassen Belkhodja, presidente del club durante la década de los setenta.

“El club era tan pobre que los jugadores estaban obligados a compartir las camisetas y las botas y tan sólo tenían un balón para jugar, explica Abdelaziz, periodista y autor asimismo de “El libro rojo y amarillo” del Espérance.

Seis años después, cambiaría los colores por los actuales rojo y amarillo, como símbolo de la “sangre y oro”, en 1936 logra ascender a primera división y tres años más tarde logra su primer título nacional.

Para Abdelaziz, el fenómeno del Espérance va más allá del deporte mismo: destaca su fuerte componente político, que arraigó durante la lucha por la independencia, sobrevivió a la represión policial durante la dictadura de Zinedin El Abidine Ben Ali y que volvió a resurgir en 2011 durante las “primaveras árabes”.

“En los 50, las actividades deportivas estuvieron paralizadas dos años en apoyo al movimiento nacional tunecino. El Espérance dijo que no era normal estar combatiendo por la independencia y al mismo tiempo seguir jugando al fútbol”, explica.

Una identidad nacionalista que casi medio siglo después ha sido superada por un sentimiento de pertenencia al club que no tiene parangón, ni siquiera en el corazón de los aficionados de su máximo rival, el Club African.

Hoy, la marca “Espérance” no sólo se reduce al fútbol sino que es multidisciplinar y cuenta con su propia sección de voleibol, balonmano, natación, baloncesto, ciclismo, boxeo y judo, y actúa, según Abdelaziz, como motor de cambio en la sociedad.

“Desempeñó un gran papel social en la época ya que fue el primer equipo en integrar a las mujeres, en sacarlas del hogar para que hicieran deporte. Es por eso que tuvimos muchas secciones femeninas en los sesenta y setenta aunque ahora cada vez van reduciéndose?, se lamenta.

Y desde ahí se ha convertido de nuevo en una referencia para la nueva política, que ha entendido el impacto que tiene el club en la sociedad y su potencial para atraer a las masas cuando otras lealtades fallan.

“Durante la última final de la Champions de África en la que ganó el Espérance, el primer ministro gritaba victoria cuando todo el mundo sabe que no es un esperantista”, cuenta el periodista en tono divertido.

Un atractivo que también trataron de explotar del dictador Ben Ali y su predecesor, Habib Bourguiba, pero que incluye amenazas, como la violencia de los ultras, en el caso de los del Espérance considerados uno de los más salvajes de la región.

“El poder tiene un gran problema con el deporte: trata de limitar al máximo el número de espectadores, ha prohibido la entrada de los menores de edad al estadio y trata de alejar al máximo la celebración de los partidos como durante el último derbi que se jugó a 140 kilómetros de la capital?, afirma.

Aún así, el periodista cree que el fútbol es hoy “un bálsamo” en tiempos de crisis.

“Las fronteras están cerradas, no hay trabajo, apenas existe el ocio para los jóvenes, de ahí la necesidad de buscar una salida, de desahogarse. Así es como el Estado está preparando la futura explosión de la juventud”, explica.

“Celebramos el centenario pero también un año excepcional que ha dado muchos títulos en todos los deportes, incluida la Liga de Campeones que no nos esperábamos porque este año no teníamos un gran equipo”, concluye Abdelaziz, quien como la mayoría de los tunecinos se rinde a la pasión de oro y sangre.

Natalia Román Morte

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