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López Obrador “confía más en el pueblo que en la élite política”

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EFE

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha impuesto un cambio importante e inédito “en la manera de hacer política” al sumar a la ciudadanía en la toma de las decisiones que corresponderían al Gobierno, dijo a Efe el politólogo José del Tronco Paganelli.

“El cambio ya se está viendo. López Obrador confía más en el pueblo que en la élite política”, sostuvo Del Tronco Paganelli, profesor investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

Además de las dos consultas ciudadanas ya realizadas, López Obrador ha prometido someterse dentro de dos años y medio a una consulta de revocación que no tiene precedentes.

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“Dejo en claro que, bajo ninguna circunstancia, habré de reelegirme. Por el contrario, me someteré a la revocación del mandato”, dijo López Obrador en su toma de posesión como presidente el 1 de diciembre.

Ello significa que López Obrador someterá a una consulta ciudadana si debe proseguir y concluir su mandato de seis años que debiera concluir el 1 de diciembre de 2024.

En las dos consultas populares ya celebradas, que tuvieron una baja participación, se aprobaron iniciativas de enorme trascendencia tanto en infraestructura como en programas sociales.

La primera consulta sirvió para cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) en Texcoco, un proyecto de cerca de 13.000 millones de dólares en el que ya se ha invertido un tercio del total.

Mientras la cancelación del aeropuerto Texcoco tuvo sensibles repercusiones internacionales, además de la caída del valor del peso y de la bolsa mexicana- la segunda consulta ciudadana no tuvo un impacto similar, a pesar del valor económico de las propuestas.

Entre los proyectos aprobados en esa segunda consulta destaca la construcción del Tren Maya en la península de Yucatán, que conectará puntos turísticos del sureste de México.

Otro de los grandes proyectos aprobados fue la construcción de la refinería Dos Bocas en el estado de Tabasco y la construcción de un tren en el Istmo de Tehuantepec, que conectará puertos del Pacífico y el Golfo de México que necesitarán de enormes inversiones públicas y privadas.

Para el profesor Del Tronco Paganelli, López Obrador está a favor de una democracia participativa, aunque sin pronunciarse sobre fórmulas que promuevan el diálogo y el debate.

El enfoque de López Obrador tiene a su favor que “el pueblo es un ente mucho más difuso, y por tanto con menor capacidad de organización para ejercer un control directo y eficaz del ejercicio de Gobierno”, con lo que tiene margen de maniobra para reconducir los debates públicos.

En lo que se refiere a la voluntad de realizar consultas, el profesor reconoció que estas son un mecanismo de democracia directa que no necesariamente fomenta una participación más informada que permita a los ciudadanos conocer y brindar mejores razones para orientar y nutrir el proceso decisorio.

Para ello debieran establecer mecanismos que fomentaran el debate frente al planteamiento de López Obrador de una democracia participativa con mecanismos informales de democracia directa.

Agregó que las consultas del NAICM y el Tren Maya son un ejemplo de democracia directa que contaron con poca participación y déficits técnicos que cuestionan su legitimidad.

“En estos casos, la forma es fondo, y aunque estoy a favor de ampliar los espacios de participación, no creo que esta sea la manera más virtuosa de llevarlo adelante”, agregó el doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para el profesor de la UNAM, López Obrador intenta “tener un férreo control de su Administración”, ya que si bien es cierto que los cambios necesitan acuerdos, estos se buscarán cuando sean estrictamente necesarios.

De acuerdo con Del Tronco Paganelli, López Obrador debiera enfocarse en un combate amplio a la corrupción en todos los órdenes y en la implementación de políticas públicas destinadas a ampliar y garantizar el ejercicio de derechos humanos y sociales, con un fuerte componente redistributivo.

A ello se uniría la creación de condiciones para aumentar la inversión pública y privada, ya que con solo reducir la corrupción no se generarán recursos suficientes para la inversión pública y los incentivos para la inversión privada.

“La inversión directa llega cuando las oportunidades de negocio son beneficiosas y generan muy poco riesgo, y habría que analizar cuáles son los sectores en los que el Gobierno de López Obrador podría garantizar estas condiciones para atraerla”, añadió.

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