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EFE

Al cumplirse este año medio siglo de que el poeta mexicano Octavio Paz dimitiese como embajador en Nueva Delhi, el artista indio Krishen Khanna aún conserva pinturas, fotografías y poesía del Nobel de literatura en su pequeño estudio del estado norteño de Haryana.

En un rincón de su casa en Gurgaon, Khanna, de 93 años y nacido en Lyallpur (hoy Faisalabad, Pakistán), instaló un pequeño estudio para dedicarlo a la pintura, su mayor pasión, y en el que hoy se ven colgadas fotografías de Octavio Paz, familiares y amigos que aún recuerda con alegría.

A pesar de las enfermedades y de su avanzada edad, este artista indio relata con buen sentido del humor cómo conoció a Paz por primera vez durante una reunión de artistas, probablemente en la casa de Jagdish Swaminathan, otro reconocido poeta y escritor indio.

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“Cuando quise conversar con él, me dirigí a él como doctor Paz, él respondió ‘no, no, no, no soy doctor’. Yo le dije, te pido disculpas por perturbar el título que tienes. Fue muy agradable, fue muy divertido, siempre hubo este tipo de charlas”, explicó a Efe Khanna, sentado en un sofá sorbiendo el tradicional té indio de la tarde junto con su esposa Renu Chatterji.

El escritor y diplomático Paz fue embajador de México en la India entre 1962 y 1968, estancia durante la que compartió varios momentos con artistas, pintores, escritores y poetas indios.

En esa época conoció también a la que sería su segunda mujer, Marie José Tramini, en el barrio de Sunder Nagar de Nueva Delhi.

Khanna recordó que el mexicano le pidió ser uno de los testigos cuando contrajo matrimonio con la escritora Tramini.

“Hubo dos testigos, el escritor (Sham Lal) y yo, yo estaba realmente sorprendido de que él me lo pidiera”, expresó con orgullo Khanna.

La invitación llegó en forma de llamada telefónica. Paz le pidió a Khanna mantener la noticia en “secreto” y así lo hizo hasta el día de la boda en 1964, en el jardín de la embajada mexicana en la India.

Otra de las grandes anécdotas que recuerda Khanna es cuando el poeta mexicano le pidió hacer un retrato de Tramini, del que no se sintió muy orgulloso.

“Yo dije que no soy un retratista pero le dije vamos a intentarlo. La pintura fue pésima, pero tuvimos una tarde encantadora”, recuerda entre risas el artista.

Khanna creció en Lahore, actualmente en el este de Pakistán; fue a la escuela secundaria Imperial Service College, en Windsor, Reino Unido; se graduó y regresó a Lahore en 1942.

En 1947, la familia de Khanna se mudó a Shimla, en el norte de la India, como resultado de la Partición del subcontinente indio, y allí comenzó a trabajar por 14 años como banquero en “Grindlays Bank” para el sustento económico de su familia, pues era el mayor de sus tres hermanos.

Khanna recuerda que su padre y su esposa lo motivaron a renunciar a su trabajo en el banco y fue entonces que, desde 1961, empezó a cumplir sus sueños como pintor.

“Sabía que mi responsabilidad como hijo y hermano también era muy importante”, dice, al recordar las palabras que lke dijo entonces su padre: “sigue adelante, porque Dios cuidará de todo esto, ve y haz lo que tienes que hacer”.

El artista indio, agradecido de haber crecido en una familia que amaba y respetaba la pintura, ha obtenido grandes reconocimientos, el más reciente el “Padma Shri” (2011), que es considerado el cuarto reconocimiento civil más alto otorgado por el Gobierno de la India.

“La poética es mi fundamento, es mi base, no hubiera elegido la pintura o no hubiera hecho pintura si no estuviera la poesía involucrada”, concluyó.

Elena Granados

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