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Cuba mantiene en las cumbres iberoamericanas el misterio que rodeaba a Fidel

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EFE

El jefe de Estado de Cuba no participa en una Cumbre Iberoamericana desde la celebrada el 2000 en Panamá y es una incógnita si lo hará en la de Antigua (Guatemala), a pesar de ser uno de los pocos foros regionales a los que fue invitado desde su creación.

El nuevo presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, que asumió el cargo en abril pasado en reemplazo de Raúl Castro (2006-2018), tiene ahora la oportunidad de acercarse de nuevo a esta cita, que además ocurrirá una semana antes de que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, realice una esperada visita a La Habana.

La asistencia de Díaz-Canel, habida cuenta de que hace más de tres décadas que un jefe del Gobierno de España no visita Cuba, sería vista también como un gesto de cortesía diplomática hacia el país europeo, principal valedor de estas cumbres.

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Durante años, la especulación sobre la presencia o ausencia de Fidel Castro en cada cumbre protagonizaba los corrillos y hacía correr ríos de tinta, porque como dijera un diplomático encargado de la organización de la cita del 2003 en Bolivia, “nunca hasta un día antes se sabe si vendrá”.

El “cisma” entre los presidentes cubanos y las cumbres iberoamericanas se remonta al año 2000, cuando durante la Cumbre de Panamá Fidel Castro denunció una trama para atentar contra su vida en la que estaba implicado el presunto terrorista Luis Posada Carriles (fallecido este año).

Castro, que junto con el rey Juan Carlos I de España había sido fiel a la cita desde su creación en 1991, no volvió a acudir.

En las ocasiones en que justificó su ausencia, adujo motivos como “razones de trabajo” en 2002, la recuperación de las lesiones sufridas durante una caída en 2004 o su deseo de gestionar personalmente la ayuda cubana tras el terremoto de Pakistán en 2005.

La categoría de la representación cubana en este foro ha ido en descenso desde entonces y la isla pasó de ser la gran protagonista oficiosa de las cumbres, por la expectación -y desbarajustes de seguridad y protocolo- que causaba la presencia de Fidel Castro, a la eterna ausente a nivel de jefe de Estado.

Y es que tampoco acudió nunca Raúl Castro, que en 2006 sucedió a su hermano al frente de Cuba, primero temporalmente por la grave enfermedad del barbudo comandante y desde 2008 ya como presidente designado por los órganos de gobierno de la isla.

A las cumbres iberoamericanas del 2001 al 2007 Cuba envió a su vicepresidente, Carlos Lage, excepto a la del 2005 de Salamanca, donde encabezó la delegación de la isla el entonces canciller Felipe Pérez Roque.

En 2008, cuando la cita se celebró en San Salvador y reunió a 18 jefes de Estado, la delegación del país caribeño la lideró su embajador en Brasil, Pedro Núñez Mosquera.

Este diplomático volvió a representar a Cuba en la iberoamericana de Panamá en 2013 como director de Asuntos Multilaterales de la Cancillería de la isla, un bajo perfil de asistencia con el que quizá La Habana quiso restar brillo al escenario en el que, según el Gobierno cubano, la vida de Castro corrió peligro 13 años antes.

Pero antes, en 2008, sorprendió que no acudiera Lage, como había sucedido en los ocho años anteriores, pues aunque probablemente en los despachos de la Plaza de la Revolución ya se gestaba su caída en desgracia, nada hacía presagiar que el alabado y poderoso vicepresidente sería fulminantemente cesado cuatro meses más tarde junto con el canciller Pérez Roque.

A Pérez Roque le sustituyó al frente de la diplomacia cubana Bruno Rodríguez, hoy todavía en el cargo y quien se estrenó como jefe de la delegación de su país en la Cumbre de Estoril (Portugal), en 2009.

Rodríguez ha sido la presencia cubana más constante desde ese año, pues ha representado a Cuba en los cónclaves de Mar del Plata (Argentina, 2009), Asunción (2011), Cádiz (España, 2012) y Cartagena de Indias (Colombia, 2016).

Pero si Miguel Díaz-Canel decidiera acudir a Antigua, no sería su primera cumbre iberoamericana: ya estuvo en la de Veracruz (México) en 2014, entonces aún como vicepresidente primero de Cuba.

Allí, cuando su nombre ya sonaba como el de posible delfín de Raúl Castro, defendió el papel de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) como foro natural de los países de la región.

Apenas dos semanas antes de la XXVI Cumbre Iberoamericana, la isla todavía no ha anunciado a quién enviará a Antigua, pues aunque hace dos años que Fidel Castro dejó de respirar, se mantiene la costumbre de no desvelar con antelación los viajes del presidente cubano.

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