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Las memorias del reverendo ‘Big George’ Foreman

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EFE

George Foreman se acomodó en la primera fila de la Arena México, miró al techo y, aunque mantuvo los ojos abiertos, pareció desconectado de todo por unos segundos, los necesarios para revivir la final de los Juegos Olímpicos de México.

“No soy un sentimental, pero lo recuerdo todo, los alaridos de la gente, mi nerviosismo y el triunfo en aquel combate”, dijo después el “Big George”, quien hace hoy este viernes siglo le ganó por RSC (el árbitro suspende el combate) en el segundo asalto al soviético Jonas Cepulis y se coronó monarca olímpico de peso pesado.

Había debutado 10 días antes con un triunfo por decisión sobre el polaco Lucjan Trela y después de eso se impuso antes del tiempo en todos sus pleitos, al derrotar RSC al rumano Ion Alexe y por nocaut en dos asaltos al italiano Giorgio Bambini.

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En la ceremonia de premiación, movió una pequeña bandera de los Estados Unidos y fue considerado un traidor.

El gesto fue interpretado como una falta de solidaridad en un momento en el que en su país se libraba una lucha por los derechos de las minorías afroamericanas que en los Juegos tuvo su manifestación cuando en la premiación de los 200 metros planos el campeón Tommie Smith y el medallista de bronce Joe Carlos levantaron el puño con un guante negro y fueron expulsados de los Juegos.

Medio siglo después Foreman ha perdido el cabello y reconoce que México’68 fue el inicio de las cosas buenas en su carrera, con un brillante y largo capítulo profesional.

“Recuerdo con cariño a México, aquí empezó todo. El día después de ganar firmé en la calle el primer autógrafo de mi vida. Es hermoso regresar”, insistió esta semana al pisar al lugar donde se dio a conocer como un peleador de primer nivel.

Como profesional Foreman derrotó en 1973 a Joe Frazier y se hizo de la corona mundial de los pesos pesados que perdió un año después en Zaire ante Mohamed Alí en un pleito en el que comenzó bien pero fue vencido en los asaltos finales. El revés lo deprimió y tras perder con Jimmy Young, en 1977 se convirtió en reverendo.

En un ejemplo de longevidad, el que de joven fue un ‘chico malo’ casi siempre metido en problemas con la ley, regresó, recuperó la corona en 1994 y siguió hasta 1997, cuando se retiró a los 48 años con 76 victorias y cinco derrotas.

Fue Foreman el campeón más recordado del torneo de boxeo de los Juegos de 1968 en el que México ganó medallas de oro con el peso mosca Ricardo Delgado y el pluma Antonio Roldán, además de par de bronces, de Agustín Zaragoza, en la categoría mediana, y Joaquín Rocha, en la pesada.

“Perdí en semifinales pero me hubiera gustado pelear la final con Foreman”, dijo Rocha esta semana cuando se encontró con el ‘big’ George, quien puso la cara para que el mexicano fingiera un golpe de derecha ante los fotógrafos.

Los otros campeones en México’68 fueron el mosca ligero Francisco Rodríguez (VEN), el gallo Valery Sokolov (URSS), el ligero Ronald Harris (USA), el ligero welter Jerry Kulek (POL), el welter Manfred Wolke (RDA), el ligero mediano Boris Lagutin (URSS), el mediano Christopher Finnegan (GBR) y el semipesado Dan Poznyak (URSS).

A los 69 años Foreman se mantiene en forma física. Camina todo lo que puede y su presencia ya no asusta como cuando fue un boxeador encantado con la idea dar una imagen de ogro.

“El boxeo sigue siendo el mismo, la idea es pegar y que no te peguen. De los mexicanos mi preferido fue el peso gallo Jesús Pimentel, tenía un buen ‘uppercut’; me acuerdo bien”, dice.

Medio siglo después es un tipo simpático lleno de memorias, amable con los periodistas que alguna vez aborreció y sonriente con quien le pida tomarse fotos. “La medalla está expuesta en Marsall, Texas, donde todo el mundo puede verla”, dice al referirse a la joya que simbolizó el inicio de su camino.

Gustavo Borges

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