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Experimentar la indigencia en realidad virtual genera compasión más duradera

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EFE

La tecnología de la realidad virtual permite conocer de una manera más cercana e intensa la dolorosa experiencia de perderlo todo y contribuye a aumentar el ánimo de ayudar a los indigentes, según un estudio dado a conocer hoy por la Universidad de Stanford.

La experiencia “Quedarse sin Hogar” del centro universitario californiano pretende que cualquier persona a través de la realidad virtual pueda experimentar de forma más vivencial lo que representa perder el empleo y el techo, y terminar viviendo en la calle.

El proyecto desarrollado por el Laboratorio de Interacción Humana Virtual de Stanford lleva a conocer vivamente realidades de personas que “lo han perdido todo”, hasta llegar a la indigencia.

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En uno de los segmentos del experimento, por ejemplo, los participantes se encuentran en su apartamento y tienen que escoger qué objetos deben vender para poder pagar el arrendamiento .

En otra circunstancia, se hallaban en un albergue público, pero tenían que cuidar sus pertenencias para que nadie se las robara.

Steve Preminger, asesor especial del condado de Santa Clara, fue uno de los que pudieron “vivir” la realidad que enfrentan los “sin techo” y asegura que la experiencia fue dura y le llevó a interesarse en buscar soluciones a estas situaciones de desamparo.

“Me sentí desesperado. Incapaz de continuar. Afortunadamente el ejercicio terminó, pero me conmovió y quedé con el propósito de encontrar soluciones para los muchos cuyas vidas son exactamente así, y que no están viviendo un ejercicio”, explica Preminger a Efe.

El informe mostró que los participantes en la experiencia virtual “estuvieron significativamente más de acuerdo con afirmaciones como ‘Nuestra sociedad no hace lo suficiente para ayudar a la gente desamparada’”.

Uno de ellos fue Samuel Sharkey, quien tras ser “protagonista” de las circunstancias que conducen a la indigencia a través de la realidad virtual reconoció que esta experiencia le acercó a los desamparados.

“Ser capaz de imaginarse uno mismo en la posición de llegar a ser indigente derrumba las barreras entre el ‘ellos’ y el ‘nosotros’ y abre las posibilidades de justicia”, comenta Sharkey a Efe.

El informe concluye que aquellos que “perciben en realidad virtual cómo puede ser perder sus trabajos y sus viviendas, desarrollan una compasión mayor y más duradera hacia los indigentes”, comparados con aquellos que exploran otras versiones del escenario como el texto o la imagen de televisión.

En promedio, el 83 % de los participantes en la experiencia firmaron una petición de apoyo de vivienda asequible en comparación con el 65 % de personas “que leyeron una narrativa que les pedía que se imaginaran como era ser indigente”.

Fernanda Herrera, principal responsable de la investigación y estudiante de posgrado del Departamento de Comunicación de Stanford, explica que en los dos últimos años se han vendido en Estados Unidos cerca de 10 millones de dispositivos de realidad virtual.

“Luego, muchas personas tienen ahora acceso a experiencias de realidad virtual. Pero todavía no sabemos qué tanto afecta esta realidad virtual a las personas”, agrega la hispana sobre el uso futuro que se puede dar a esta tecnología.

Para el reporte publicado hoy en PLOS ONE, se realizaron análisis durante dos meses de más de 560 participantes de edades entre 15 y 88 años que representaban al menos ocho perfiles étnicos.

“Las experiencias son lo que nos definen como humanos, por lo que no es sorprendente que una experiencia intensa en VR (realidad virtual) sea más impactante que imaginar algo”, señala Jeremy Bailenson, profesor de comunicación de Stanford y coautor del reporte.

Luego de vivir la experiencia virtual, algunos de los que participaron en el estudio se comunicaron con los investigadores para contarles que habían tenido contactos con indigentes en la vida real para tratar de ayudarles.

“Experimentar la perspectiva de otros en VR produce más empatía y comportamientos favorables en las personas inmediatamente después de vivirla y a lo largo del tiempo, en comparación con aquellos que simplemente imaginan lo que sería ‘estar en los zapatos de otro’”, explica Herrera.

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