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Escritora española presenta en Miami su novela sobre la última zarina

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EFE

“A las amigas se las acepta como son”, dice la escritora española Espido Freire sobre la última zarina de Rusia, el personaje central de su novela “Llamadme Alejandra”, reconocida con el Premio Azorín 2017, que hoy presenta en Miami.

En una entrevista con Efe esta escritora ganadora en el año 1999, con solo 25 años, del Premio Planeta con “Melocotones helados”, señala que desde que siendo niña vio una fotografía de Alejandra Fiódorovna Románova, esposa del zar Nicolás II, se sintió atraída por este personaje histórico tan complejo como incomprendido.

La escritora bilbaína empezó a escribir una biografía novelada de la desgraciada zarina, que fue fusilada junto a su esposo y sus hijos en julio de 1918, pero llegó un momento en que se dio cuenta que la historia debía ser contada en primera persona, porque si no se perderían “matices subjetivos” muy importantes.

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Así surgió la novela “Llamadme Alejandra” (Planeta), que se presenta hoy en Miami como parte del programa que la Feria del Libro de esta ciudad desarrolla entre una edición y la siguiente.

Espido Freire viajó varias veces a Rusia antes y después de escribir la novela y acumuló una ingente cantidad de datos sobre la zarina, nacida en Alemania en 1872 como Alix de Hesse y nieta de reina Victoria de Inglaterra.

El hecho de que no exista una biografía sobre Alexandra, al menos en idiomas como el inglés, el francés o el español, lejos de desalentar a Espido Freire, le dio más ímpetu para concluir un libro que, dice poniendo la mano sobre su portada, “tiene mucho trabajo”.

“Mejor que no hubiera biografía, porque así yo podía disponer de las fuentes y crear mi propia tesis”, subraya.

La escritora señala que la zarina no era “estúpida”, pero veía todo a través de unos anteojos deformantes, porque estaba aislada de la realidad.

A su juicio, es fácil decir a posteriori cómo la familia real rusa no pudo ver la que se venía, porque ahora “se tiene todos los datos en la mano”.

Habría que preguntarse entonces cómo no vimos venir la crisis de las hipotecas en 2008 o la crisis de los refugiados, subraya.

La “amiga” que Espido Freire se hizo escribiendo “Llamadme Alejandra” era una mujer extremadamente sensible, susceptible y parcial, atributos que, dice, son “un billete para la infelicidad”.

Alejandra, además, se ganó fama de traer la mala suerte, pues antes de casarse con Nicolás tuvo que asistir al funeral del padre del que sería su marido, muerto repentinamente, y una vez casada tuvo cuatro hijas antes de dar a luz al heredero del trono, Alexei, quien nació con una grave enfermedad, la hemofilia, que ella le transmitió, lo que le produjo un gran “sentimiento de culpa”.

Aunque fue feliz en su matrimonio y “adorada” por su marido e hijos, fuera de su círculo más íntimo tuvo muchos “frentes” abiertos, no solo por la situación creada por la revolución bolchevique, sino por peleas internas dentro de la familia Románov.

Criada en la religión luterana, Alejandra, que era muy religiosa, debió hacerse ortodoxa para casarse con Nicolás II.

Quedó “deslumbrada” por su nueva religión, que abrazó con la “fe del converso”, y fue así como conoció a Rasputín, un sacerdote bien recomendado por los obispos ortodoxos y con un carisma al que era difícil sustraerse y que le prometió curar a su hijo enfermo.

Espido Freire subraya que Rasputín “no fue el amante” de Alejandra, aunque en las cartas que ella le escribía hablara de cuán feliz le hacía verle y estar con él.

“Ella se expresaba así”, era la moda de entonces ser exagerado al escribir, algo así como “los emoticones” de ahora, subraya.

Una de las preguntas que le provocó escribir sobre la zarina Alejandra, quien se sentía muy identificada con María Antonieta y tenía un retrato de la guillotinada reina de Francia en su “salón malva”, es en qué manera se debe juzgar el pasado.

”?Qué ocurriría si a nosotros se nos juzgase con esa severidad dentro de 50 ó 100 años?, ?Si se nos juzgase por nuestra responsabilidad ética como individuo y como sociedad?”, dice la escritora, cuyo verdadero nombre es María Laura Espido Freire, quien cree que siempre hay que poner la historia en contexto.

Uno de los momentos más “emocionantes” que Espido Freire vivió en relación con Alejandra fue, después de publicado el libro, haber estado en Ekaterimburgo, el lugar donde la familia real rusa fue fusilada, el día en que se cumple el aniversario de la matanza.

“Había muchos campesinos y campesinas. Fue emocionante”, dice la escritora, quien destaca el hecho de que Alejandra, su marido y sus hijos fueron canonizados por la Iglesia ortodoxa.

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