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Davis Peralta, el máximo encestador que aprendió a tirar en la oscuridad

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EFE

El jugador que terminó como máximo anotador del torneo de baloncesto de los Juegos Olímpicos de México’68, el armador panameño Davis Peralta, comenzó a afinar su puntería muchos años antes, cuando de niño tiraba a canasta en una cancha a oscuras para no gastar luz.

Todo comenzó en el Gimnasio Neco De la Guardia, en la Avenida A del Chorrillo, su barrio natal en la Ciudad de Panamá.

“A mí me gustaba el béisbol y el baloncesto, pero el profesor Eugenio Luzcando me iba a buscar al campo de béisbol y me decía: ‘Davis, tu deporte es el baloncesto, no el béisbol’”, comentó a Efe este histórico de la canasta.

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“Recuerdo que cuando se acababan los juegos en el Neco De La Guardia, yo prendía todas las luces para practicar. Pero mi abuelo (administrador del club) me correteaba para pegarme y me decía ‘hijo, no puedes prender las luces porque, si no, hay que pagarlas’. Eso me llevó a lanzar a oscuras y de ahí a tener una puntería extraordinaria”, rememoró Peralta sobre el secreto de su acierto anotador.

A pesar de que la selección panameña terminó los Juegos Olímpicos de México con dos triunfos y cinco derrotas, Peralta fue el máximo anotador con 214 puntos, un promedio de 23,8 puntos por partido, en aquella edición que celebra este mes su 50 aniversario.

“Estoy feliz y contento de haber dado a conocer el nombre de Panamá”, dijo el exjugador de 70 años al recibir a Efe en Natá de los Caballeros, provincia de Coclé. En su humilde morada se distingue el amor por el baloncesto desde la fachada.

En su ‘sala de la fama’, como él mismo la nombra, Peralta saca la máquina del tiempo para viajar a ese momento glorioso del baloncesto panameño, que hoy en día intenta levantarse -poco a poco- de un largo coma.

El jugador olímpico destacó que, antes de los Juegos de México, en los Panamericanos de 1967 en Winnipeg, Canadá, su selección ya se había colgado la medalla de bronce, por detrás de Estados Unidos y México.

“Eso nos llevó a la clasificación para los Juegos Olímpicos”, una experiencia que, recordó, era nueva para él y sus compañeros, lo que les hizo ser conscientes de que la máxima competencia deportiva los obligaba a prepararse bien.

“Viajamos un mes antes a prepararnos en Quito. Antes de los Juegos tuvimos un amistoso con Yugoslavia, en el que terminamos empatados en el marcador y hubo pelea, y con Bulgaria pasó lo mismo. Esos equipos europeos pasaron la voz a los demás de que había que tener cuidado con Panamá”, indicó.

Pero el equipo cayó en un duro grupo en la primera fase de los Juegos, junto a Estados Unidos, Yugoslavia, Italia, España, Puerto Rico, Filipinas y Senegal, y solo consiguió sumar dos victorias, ante los dos últimos, 95-92 sobre los filipinos y 94-79 sobre los senegaleses.

Excepto ante Estados Unidos, con una derrota abultada por 95-60, los panameños no perdieron ningún partido por más de once puntos. A España, Peralta le metió 32.

“Hicimos un buen papel”, consideró Peralta. “Quedamos de 12, pero cuando ves la estadística jugamos de tú a tú con equipos grandes”, comentó.

“De eso me siento orgulloso, feliz y contento. De haber participado, de demostrar que en Panamá tenemos jugadores que hicieron historia en este deporte”, expresó.

Aún recuerda muchas cosas de los Juegos del 68 y del reconocimiento que allí obtuvo: “Me dolía la muñeca de tantos autógrafos que firmé. En momentos me tenía que esconder. Cuando salíamos de la cancha nos lanzaban flores, eso lo tengo en la mente como si fuera hoy”.

En México’68 Peralta tuvo la oportunidad de medirse con los estadounidenses Spencer Haywood y Jo-Jo White, que luego firmaron para jugar como profesionales.

Pero el choque con los jugadores norteamericanos no era algo nuevo para él. Al igual que lanzar sin luz, hacerlo contra los estadounidenses acantonados en la antigua zona del Canal de Panamá le dio un toque para este deporte, reconoció Peralta.

“Teníamos la bases de Estados Unidos en Panamá, no teníamos que ir fuera para jugar partidos contra ellos, esos nos ayudó mucho”, expresó.

Davis recordó con emoción a las personas que en sus inicios forjaron al jugador con dorsal 11 que brilla en los anales olímpicos. El legendario Julie Andrade y su tía Melva Checa fueron los ídolos de Peralta: “Julie me pagaba 25 centavos para pasarle cien balones. Ese señor no fallaba. Y el número 5 que utilice era en honor a mi tía Melva Checa, que fue selección nacional de baloncesto de Panamá”.

?Qué pasó en México’68 con su dorsal 5? “Que los uniformes llegaron tarde de Panamá y el cinco era talla grande y yo usaba la pequeña”, dijo entre risas el olímpico.

Peralta nunca sintió que su estatura de 1,73 m fuera un problema: “El tamaño no me amilanaba para nada, lo demostré en los cinco continentes”.

“Le ganamos la medalla de oro a Cuba en un Centrobasket y el comandante Fidel Castro me dijo que si no tenía miedo, porque el baloncesto era un deporte para gigantes. A lo que respondí: ‘Yo no le tengo miedo ni a usted’. Él solo sonrío, porque era notorio que sí estaba nervioso ante su presencia”, apuntó.

Después de su éxito en los Juegos Olímpicos, fichó por El Picadero, club barcelonés de la primera división española. En su presentación en la Recopa de Europa, en Estocolmo ante el Solna, Peralta sumó 16 puntos decisivos.

“Junior”, como se conoce a Davis Peralta en el baloncesto panameño, se tomó un momento para hablar de la actualidad de su deporte. Su hijo Jair Peralta, quien también fue armador de la selección panameña de baloncesto, preside la federación nacional desde 2015.

“Tuvimos un bajón. Con esta nueva dirigencia se espera que mejore todo. Ya Panamá asoma su rostro en competencias internacionales, somos nuevamente el rey de Centroamérica y el continente sabe que Panamá tiene un equipo de baloncesto”, señaló Davis Peralta, 50 años después de demostrar su inigualable puntería en las canastas olímpicas.

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