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Díaz Ordaz asumió responsabilidad de matanza “porque no había consecuencia”

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EFE

En diciembre de 1968 el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, reconoció su responsabilidad en la matanza de Tlatelolco porque entonces hacer eso no tenía consecuencias, asegura la historiadora Ángeles Magdaleno.

“En su informe del 1 diciembre de 1968 Díaz Ordaz se paró y dijo que asumía la responsabilidad ética, política e histórica de los hechos. Lo hizo porque no había consecuencia. Hoy día quiero ver que un presidente asuma la responsabilidad como lo hizo él; yo no creo que la historia sea cíclica”, aseguró en entrevista a Efe.

La matanza en la Plaza de las Tres Culturas, ocurrida hace hoy medio siglo, es una de las historias mejor contadas del libro “1968, año que transformó al mundo”, cuya curadora es Magdaleno, quien ha trabajado desde 1998 en los archivos históricos de la Secretaría de Gobernación.

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En cuatro páginas, dos de ellas dedicadas a fotos, la obra resume la tragedia, asegura que la pregunta de quién disparó primero probablemente nunca será respondida y detalla cómo desde el piso 21 del edificio de Relaciones Exteriores fue lanzada la primera luz de bengala, seguida de una ráfaga de arma de fuego automática.

“México había crecido muchísimo en términos económicos; también su población había crecido porque mejoraron los niveles de vida, de salud, de educación, etcétera. Entonces, ?por qué tendrían que quejarse si todo iba bien en lo económico?”, se pregunta Magdaleno en la conversación con Efe.

La investigadora responde que el desarrollo no fue suficiente para modernizar la instituciones políticas y los gobernantes seguían viendo a los ciudadanos como súbditos.

“Son esos súbditos los que dicen basta, aquí termina el Estado y aquí empiezo yo”, explica.

Además de referirse al acto autoritario del régimen de hace 50 años, el libro publicado por Grupo Planeta cuenta 68 hechos decisivos de 1968 y suma 18 historias adicionales hasta llegar a 86.

Los Juegos Olímpicos de México, los primeros en América Latina y que marcaron un antes y un después; la Primavera de Praga; los asesinatos de Martín Luther King y Robert Kennedy; el golpe de Estado en Perú y el surgimiento de la teología de la liberación son otros hechos decisivos de un año crucial en la segunda parte del siglo pasado.

“Decidimos hacer el libro a partir de cuestiones políticas sociales culturales y científicas con lo más relevante del año. El primer trasplante de corazón fue algo significativo más allá de las protestas y los golpes de Estado”, explica al referirse a otro de los hecho que marcaron a 1968.

Según la investigadora política, a 1968 hay que agradecerle entender que el mundo no podía ser entre buenos y malos, sino entre sistemas económicos, de los cuales uno debía imponerse al otro con las consecuencias.

“Este libro intenta recuperar un fragmento de lo que hay entre uno y otro. Esa historia paralela a los grandes relatos, pero que es igualmente importante”, asegura.

Con la autoridad que le da su trayectoria, la académica lamenta que los medios impongan una idea errónea de México y den la imagen de un país desastroso.

“Todo el mundo nos ve como narcotraficantes, rateros y corruptos. Y sí, hay narcos, rateros y corruptos, pero son una minoría y los medios imponen esa visión”, asegura, aunque por otro lado critica las violaciones a la ley en el país.

Asegura no ver la elección del izquierdista Andrés Manuel López Obrador como la última oportunidad para el país porque lo importante en México es modificar la aplicación de la justicia y el respeto a las instituciones.

“El Estado de derecho, la aplicación de la ley. Ahí estamos en pañales. Por otra parte sin solidez institucional no hay democracia; un individuo no puede estar por encima de las instituciones”, puntualizó.

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