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Estados Unidos, refugio de los LGBTQ latinoamericanos que huyen del “miedo”

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EFE

La transgénero mexicana Victoria Murillo emigró a Estados Unidos por “miedo” a perder la vida y este verano recibió asilo político y se convirtió en un claro ejemplo del porqué la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBTQ) latinoamericanos busca “tranquilidad” en su nuevo país.

Eduardo Marín era el nombre de la hoy transgénero Murillo cuando en 2006 ingresó sin documentos a EE.UU. en su huida del “acoso” del que era objeto por parte de hombres y las “agresiones de su padre” por su “feminidad”.

Ese ambiente “tóxico” dentro y fuera de casa y el temor a ser víctima de un linchamiento era constante, revela en entrevista con Efe esta mujer de 31 años, quien no podía olvidar la terrible muerte años antes de su tío Juan Medrano, al que le torturaron al obligarle a “tragar ácido” por ser homosexual.

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“Prácticamente se quemó todo su intestino grueso, tuvo quemaduras grandes. Duró internado varios días en (un hospital de) Guadalajara, donde murió”, explica Murillo.

La michoacana, de 31 años, huyo por el “temor” a que se repitiese la historia y a hacerle “daño” a sus padres, ya fuera por su muerte o por los efectos psicológicos que podría causarles su deseada transformación de hombre a mujer.

Proceso que comenzó con hormonas femeninas y trasplantes de pechos en EE.UU., antes de casarse en 2013 con el estadounidense Hugo Murillo.

Un año después, en su comunidad michoacana, fue asesinado Luis Sánchez, de 25 años, excompañero de escuela de Murillo y miembro de la comunidad gay.

“Él fue degollado, recibió varias puñaladas y fue tirado en un (terreno) baldío. Realmente da terror”, lamenta la mujer.

En 2016, la transgénero buscó ayuda legal y se puso en contacto con el abogado Eric Price, quien evaluó que en su caso, con antecedentes por una “detención” previa por autoridades estadounidenses, lo mejor era “reclamar asilo político por miedo creíble”.

Con recortes de periódicos de noticias de las víctimas de asesinato cercanas se mostró a oficiales de migración el porqué de su “terror” a ser deportada a México.

Gracias a ello, este verano, Murillo recibió la aprobación de “asilo político”, que incluye un permiso de trabajo, y en 2019 iniciará los trámites para lograr la residencia permanente y posteriormente la ciudadanía con “ajuste legal” por medio del esposo.

“Me siento más protegida ahora que he conseguido el asilo político”, indica Victoria, quien destaca que tiene ahora “oportunidades de trabajar, de salir adelante”.

Su esposo dice a Efe que, a pesar de que es ciudadano estadounidense, vivía con el mismo temor que sienten los inmigrantes indocumentados porque, con las actuales políticas migratorias, en cualquier momento podrían “regresar” a México a su pareja.

“Ahora que mi esposa ya ha conseguido su asilo político, tanto ella como yo nos sentimos con un peso menos”, reconoce Hugo, de 36 años y quien solo quiere concentrarse ahora en su futuro juntos.

Según la organización no gubernamental Letra S, en México se produjeron 95 homicidios contra la comunidad LGBTQ en 2017, lo que sitúa a este país solo por detrás de Brasil en este tipo de casos en Latinoamérica, en donde, según la asociación Nacional de Transexuales y Travestis, 400 personas perdieron la vida ese año.

Esa esta situación la que, en opinión de Price, empuja a estas personas a emigrar a EEUU en busca de seguridad, porque con esfuerzos educativos “la aceptación de los derechos LGBT ha crecido rápidamente a nivel de la población”.

Además de que “hay leyes aprobadas por el Congreso y la Corte Suprema de Justicia” que “protegen sus derechos”.

En el caso de Victoria, explica Price a Efe, trabajaron duro en “contar la imagen más completa de los peligros a los que se enfrentaría” si fuera retornada a Michoacán.

Por ello, el abogado aconsejó a la comunidad LGBTQ indocumentada que busquen un “abogado profesional” que les ayude a escudriñar las leyes que pudieran beneficiarles.

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