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Urbanismo moderno debe comprender sustentabilidad prehispánica, dice experto

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EFE

A la hora de afrontar los problemas del urbanismo en América Latina es esencial considerar la relación que tuvieron con el medioambiente las civilizaciones prehispánicas, dijo a Efe el arqueólogo guatemalteco Tomás Barrientos.

En conversación telefónica desde Guatemala, el director del Centro de Investigaciones Arqueológicas y Antropológicas de la Universidad del Valle en Guatemala (UVG) afirmó que “entendiendo las malas y buenas prácticas ambientales del pasado se evitará volver a padecer los problemas prehispánicos que provocaron el abandono de ciudades y la extinción de pueblos como ocurrió con los mayas”.

De este modo, el experto insistió en que, cuanto más se comprenda a las civilizaciones antiguas y su relación con el medioambiente, más se dotará de sustentabilidad al presente.

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“Si las sociedades no entienden su capacidad de carga ecológica y que no se deben rebasar los límites de la naturaleza, se corre el riesgo de seguir provocando extinciones e insustentabilidad”, aseguró.

Según el arqueólogo, las civilizaciones prehispánicas se caracterizaban por entender profundamente sus recursos, la calidad del suelo, el acceso al agua y las técnicas agrícolas.

Durante años, respetaron ese balance hasta que fue sobrepasado y se rompió con él la sinergia hombre-ambiente, derivando en un éxodo masivo dada la insustentabilidad provocada.

En los territorios actuales de México, Guatemala y Belice pudo haber hasta 10 millones de mayas que vivían en armonía al gozar de un adecuado manejo de los recursos naturales durante más de un milenio, desde el año 300 antes de Cristo hasta el 900 después de Cristo.

La crisis de los mayas llegó por “falta de recursos naturales y el uso ineficiente de la biodiversidad existente”.

“Este pueblo rompió su balance con sus ecosistemas”, una situación que, alertó, “se está repitiendo en la actualidad en las ciudades latinoamericanas, provocando que se presenten grandes retos de viabilidad urbana”.

Además de eso, los mayas en particular, agregó el antropólogo, fueron una civilización que se asentó en sitios poco aptos para la agricultura, lo que conllevó un sinfín de retos para alimentar a su población.

Barrientos también mencionó que las investigaciones demuestran que los sistemas hidráulicos en ciudades prehispánicas en buena parte funcionaban adecuadamente, pero se vieron trastocados con la llegada de los europeos.

Ejemplo de ello son Guatemala y México, que en diversas ciudades padecieron falta de agua y alimentos.

“Al traer un sistema piramidal de toma de decisiones de Europa, se arruinaron los sistemas de organización comunitaria en el manejo del agua”, apuntó.

Luego de indagar en el pasado, volvió al presente, aconsejando que no debe seguirse promoviendo el urbanismo descontrolado en ciudades latinoamericanas, sino que se debe diversificar la extensión humana.

A diferencia de las civilizaciones actuales, los habitantes de las grandes urbes mayas y mexicas se organizaban de mejor manera debido a sus creencias tribales y religiosas.

Hoy, esto no sucede en la región latinoamericana por diversos motivos: globalización, pobreza, creencias modernas y el propio divisionismo humano. Todo esto contribuye a que existan polos sociales tan dispares en las metrópolis.

Cabe mencionar que entre los problemas actuales de las urbes de América Latina está su sobrepoblación. El Banco Mundial estima que la densidad poblacional en las ciudades de la región es de 2.400 habitantes por kilómetro cuadrado, casi el doble del promedio mundial.

Otro de los problemas urbanos actuales en Latinoamérica es la calidad del aire. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto provoca que más de 150 millones de ciudadanos vivan a diario en lugares que rebasan los límites permisibles de calidad del aire.

En lo referente a la arqueología, el especialista aseguró que está cambiando su visión de trabajo en campo con la llamada arqueología sustentable.

Este es un modelo en crecimiento dentro de la profesión, el cual busca que, al descubrir sitios arqueológicos, no se permita un turismo tan intrusivo.

“El turismo cultural no es renovable, ya que el patrimonio cultural prehispánico se destruye por el paso de las personas, poco a poco, y por el crecimiento de nuevas ciudades”, concluyó.

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