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Dentro de un centro de conteo electoral, las medidas se redoblan tras Rusia

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EFE

Una mujer se pasea entre mesas, máquinas de recuento y cajas de cartón llenas de papeletas, mientras varios funcionarios introducen miles y miles de ellas en lectores de verificación. Es parte del proceso de escrutinio electoral, cuyas medidas se han redoblado tras la injerencia rusa en 2016.

Observadores independientes y partidistas, procesos de comparación grafológica, conteo digitalizado en los puntos de votación y cámaras de seguridad en vivo que vigilan las papeletas recolectadas constituyen todo un sofisticado sistema que busca garantizar la transparencia de las elecciones.

Desde el pasado 1 de agosto, la Oficina de Recuento Electoral del Condado de Maricopa (Arizona) ha enviado hasta un millón de papeletas por correo a petición de los ciudadanos para las primarias que se celebran hoy en el estado dentro del sistema de voto temprano.

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Durante los 27 días siguientes, los votantes registrados de los 4,3 millones que componen el condado fueron enviando sus sufragios por correo postal, los cuales, una vez recibidos de nuevo en el centro de conteo, han pasado por un largo proceso hasta su validación.

“Definitivamente hemos reforzado los sistemas y la seguridad”, asegura a Efe C. Murphy Hebert, directora de comunicaciones de la Oficina de Recuento de Maricopa.

Mientras las máquinas no paran de contar votos al otro lado de la sala, Hebert reconoce que se han desplegado estrategias de colaboración con otras agencias de seguridad estatales y federales, aunque rehúsa adentrarse en detalles sobre cuáles son los métodos específicos para garantizar que los resultados coincidan con las intenciones de la ciudadanía.

Para velar por su seguridad, los centros de recuento tienen el acceso restringido, aunque Efe pudo acceder a uno de ellos, y ni siquiera los periodistas pueden acercarse a las máquinas que llevan a cabo el escrutinio, ya que tienen que limitarse a observarlas detrás de un cristal.

Cada voto emitido en Maricopa llega en un sobre rubricado por el elector, ya sea voto adelantado o el mismo día de la votación: esa firma pasa por tres métodos de verificación grafológicos, que la comparan con los registros digitalizados que las autoridades tienen de las rúbricas de los ciudadanos.

Los funcionarios que llevan a cabo ese proceso de verificación grafológica tienen el mismo entrenamiento que los agentes del FBI.

Una vez que la firma ha sido comprobada y contrastada con las bases de datos del condado, los sobres se abren y pasan a manos del Consejo Ciudadano, compuesto por miembros de los partidos que, de forma aleatoria, van certificando que se trata de boletas válidas.

Las leyes electorales y los procesos de registro varían a lo largo y ancho del país, sin embargo, la firma juega un papel fundamental en el voto ya que no todos los estados aceptan la identificación de la licencia de conducir para acudir a las urnas.

El proceso es el mismo para los votos que llegan desde los centros electorales donde la gente acude a sufragar el mismo día de la elección. Sin embargo, para agilizarlo, la mayoría de esos colegios cuentan con las máquinas de conteo y verificación que acumulan los datos de los resultados de forma digital.

“Nosotros enviamos los primeros datos del recuento a los partidos para que ellos vean cuál es la tendencia, pero no podemos hacer proyecciones, eso se lo dejamos a los especialistas”, apunta Hebert.

Y es que, aunque el país acostumbre a tener resultados de las elecciones a las pocas horas de cerrarse las urnas, los datos oficiales que emite la Oficina de Recuento de cada condado no salen hasta pasados varios días de la cita electoral: el proceso, asegura Hebert, es largo y riguroso.

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