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Norma Price, la cura a migrantes en peligro mortal en el desierto de Arizona

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EFE

En los últimos 16 años, la doctora Norma Price ha curado las heridas de cientos de indocumentados que cruzaron la frontera del país a través del desierto de Arizona, donde ha sido testigo de la crisis humanitaria que se vive en una región que se ha cobrado la vida de miles de inmigrantes.

A pesar de que los años que han pasado, Price no deja de sorprenderse al ver las heridas y dolencias que sufren los inmigrantes que se encuentran en esta inhóspita zona y que, si no son auxiliados por grupos humanitarios o son encontrados por la Patrulla Fronteriza, corren un gran riesgo de morir.

“Hay mucha gente que sufre de incontrolable vómito y diarrea, debido, en gran parte, a que toman agua sucia de bebederos colocados para el ganado”, explica a Efe.

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La voluntaria ha asistido además a dos mujeres a que dieron a luz en la frontera, pero también asegura que ha visto casos de otras que sufrieron abortos espontáneos por lo duro de la travesía.

“El problema de salud más frecuente que sufren los migrantes en su intento por cruzar el desierto es una severa deshidratación. Simplemente no es posible llevar consigo tanta agua para poder soportar tantos días de camino bajo temperaturas superiores a los 100 grados Fahrenheit (38 grados centígrados)”, indica esta oncóloga retirada.

Otra de las heridas más comunes que enfrenta son las que los inmigrantes sufren en los pies, fruto del duro camino durante días, pero que llegan a ser tan severas que dejan la zona afectada en “carne viva”, lo que les impide seguir caminando.

Tras mudarse de Georgia a Arizona, Price tuvo conocimiento sobre el drama que se vivía a diario en la frontera y escuchó relatos de cómo la gente moría en el desierto.

Se animó entonces a asistir a una reunión de voluntarios que iniciaban un nuevo grupo de ayuda, Los Samaritanos, que desde 2002 coloca agua en lugares remotos del desierto para ayudar a los indocumentados y recorre los senderos en busca de personas heridas que habían sido dejadas a su suerte por otros inmigrantes.

“En esta reunión, John Fife, uno de los fundadores de Los Samaritanos, dijo que necesitaban a gente con conocimientos médicos que fueran con ellos a ese primer viaje. El voluntario que iba a ir con ellos originalmente se enfermó, el salón estaba lleno de gente, pero nadie respondió, así que levanté mi mano y fui con ellos en ese primer viaje, lo demás es historia”, recuerda.

Ahora es la principal asesora médica de Los Samaritanos y del grupo humanitario No Más Muertes, que también coloca agua en zonas apartadas del desierto de Arizona.

Su trabajo, reconocido por la organización Médicos por los Derechos Humanos (PHR, sigla en inglés), que documenta y lucha contra las violaciones de los derechos humanos en el mundo, no cesa y Price reconoce que recibe llamadas en cualquier momento de los voluntarios de estos grupos que continuamente recorren el desierto en caso de que necesiten hacerle una consulta médica.

En estos más de tres lustros, la doctora retirada ha presenciado diversas crisis migratorias y señala que en la actualidad ve numerosos grupos.

Estas personas, provenientes en su mayoría de países centroamericanos, iniciaron su viaje semanas o meses atrás, por lo que al llegar al desierto ya enfrentan problemas de salud.

“Algunos no pueden controlar sus niveles de azúcar, otros se enferman por los cambios de temperatura, presentan fiebre, tos, gripe”, explica.

Grupos humanitarios que asisten a los migrantes estiman que más de 3.200 migrantes han muerto en la frontera solo del estado de Arizona desde 1999. Para ella esto representa una crisis humanitaria y lamenta que nadie hable de ella.

Además de asistir con sus conocimientos médicos, Price también ayuda como voluntaria en un centro de asistencia legal gratuita al que los inmigrantes solicitan ayuda para aplicar a la ciudadanía, renovar sus permisos de residencia temporal o saber qué pasos deben tomar en caso de enfrentar la deportación.

“Estamos viendo mucha gente siendo detenida, gente que son detenidas por simples detenciones de trafico y que son puestos en proceso de deportación”, lamentó la oncóloga, quien también escribió el libro “Cruzando con la Virgen” (2010) junto con otros voluntarios y en el que se relatan historias que los mismos migrantes les contaron sobre su travesía por el desierto.

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