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Pence evalúa la reconstrucción del sureste de Texas en aniversario de Harvey

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EFE

En vísperas del primer aniversario de una de las tragedias naturales más devastadoras de la historia de la nación, el vicepresidente, Mike Pence, visitó hoy el sureste de Texas para “orar” por los fallecidos y comprobar el estado de reconstrucción de la región tras los daños del huracán Harvey.

“Estamos orgullosos con el trabajo que todos hicieron en esta zona, una labor que inspiró a la nación. Sé que los trabajos deben continuar para devolver la normalidad en esta comunidad, pero sé que lo harán mejor que nunca”, alentó el vicepresidente ante la prensa.

En su visita a la Primera Iglesia Bautista de Rockport, uno de los iconos de los efectos de la destrucción del huracán, Pence comentó que el presidente Donald Trump quiso haber acudido “no solo para ver el progreso”, sino también para “apoyar a todos los voluntarios”.

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Junto a él, el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, agradeció el “rápido” apoyo del Gobierno y de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) durante la crisis.

“Texas recibió la respuesta más rápida de su historia ante una emergencia -que provocó la muerte de 90 personas y decenas de miles de refugiados durante semanas- con la asignación de 40.000 millones de dólares para la reparación de daños en la fase preliminar”, detalló el gobernador.

Abbott recordó que seguirán trabajando “juntos” hasta que “la zona vuelva a ser levantada de nuevo mejor de lo que estaba antes y todos vuelvan a sus hogares”.

Un año después la zona todavía está en fase de reconstrucción, puesto que los daños materiales estimados se fijaron en más de 125.000 millones de dólares.

Casi 4.000 viviendas y otras instalaciones sufrieron “daños catastróficos”, por lo que en febrero de este año, el gobernador texano destinó 1.000 millones de dólares más para proyectos de prevención como la elevación de viviendas o la creación de drenajes que, en futuras ocasiones, eviten consecuencias tan graves.

Harvey alcanzó la costa texana el 25 de agosto de 2017 como huracán de categoría 4, con vientos de hasta 130 millas por hora (210 km/h), y según las estadísticas del Centro Nacional de Huracanes, se registraron 52 tornados y más de 150 avisos de emergencia durante su paso por el estado de la estrella solitaria.

Dado que esta zona de Texas es el corazón de la industria nacional de refino de petróleo, se calcula que casi un 25 % del total de la capacidad del país quedó paralizada en aquellos días.

El caos y la incertidumbre de una tragedia de estas características llevó a la población a tomar precauciones en el resto del estado, lo que propició que, tristemente, algunas compañías especularan con los precios de la gasolina.

El fiscal general de Texas, el republicano Ken Paxton, anunció en mayo sanciones a 48 gasolineras del área urbana de Dallas, a unos 360 kilómetros del foco del huracán, por incrementar los precios del combustible durante la crisis generada por Harvey.

El fiscal denunció que la mayoría de las estaciones de servicio sancionadas llegaron a fijar precios por encima del doble de lo habitual, entre 3,99 y 8,99 dólares por un galón de gasolina o diésel.

Sin embargo, algunas personas o entidades encontraron negocios positivos dentro del desastre, como por ejemplo los agentes inmobiliarios que decidieron mudarse a Houston desde varios puntos del país para comprar, reconstruir y alquilar casas abandonadas.

“Muchos propietarios que no contaban con una protección contra inundaciones no pudieron reclamar ni un centavo a las empresas aseguradoras; al no tener fondos ni ahorros, optaron por abandonar sus casas, se declararon en bancarrota y los bancos embargaron sus propiedades”, señala Brian Lenihan a Efe.

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