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El Air Force E-4B, una fortaleza volante para el jefe del Pentágono

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EFE

Más allá de ser un avión imponente, con las palabras “United States of America” recorriendo todo su costado, el Air Force E-4B en el que viaja el secretario de Defensa, James Mattis, es ante todo una fortaleza desde la que hacer frente “a cualquier amenaza que se cierna sobre el país”.

“En caso de emergencia nacional o de destrucción del control de mando en tierra, esta nave ofrece un puesto de mando con alta capacidad de supervivencia, control y comunicación desde el que dirigir a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos”, con estas palabras describe el Pentágono la joya de su flota aérea.

Este Boeing 747 fue adaptado, hace ya más de 40 años, para poder servir de sala de mando desde la que el titular de la cartera de Defensa podría dirigir un ataque contra cualquier enemigo que ose atentar contra su país, como si de una pequeña extensión de la sede del Departamento de Defensa se tratara.

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En una conversación informal con Efe, el propio Mattis describió este aparato como “magnífico” y explicó cómo está diseñado para que pueda continuar velando por la seguridad de su país incluso cuando se encuentra de viaje.

El E-4B cuenta en su interior con una sala de mando, en la que una treintena de militares opera multitud de aparatos de alta tecnología desde los cuales, entre otras cosas, pueden enviar y recibir información altamente clasificada.

Esta capacidad permite al secretario dirigir desde el aire cualquier movimiento de las Fuerzas Armadas y, por supuesto, coordinar un ataque con armas nucleares si es preciso.

Por ello, este avión esta concebido como un búnker altamente protegido ante cualquier tipo de ataque.

Este aparato, que permanece en constate situación de alerta y por lo tanto listo para despegar en cualquier momento, cuenta con sistemas de defensa ante posibles ataques electrónicos y eléctricos, con un escudo que le resguarda de “efectos nucleares y térmicos” e, incluso, de una protección ante una ofensiva acústica.

En viajes considerados de riesgo, además, vuela siempre escoltado por al menos un par de cazas.

Dada su tecnología, para hacerlo volar es preciso un equipo de cinco personas en la cabina del piloto.

Uno de ellos, que recorre estos días Sudamérica con el general Mattis en la que es su primera gira oficial por la región, explicó a Efe que en aparatos más modernos las tareas que realizan tres de los miembros de este equipo ya son realizadas por ordenadores.

Sin embargo, este miembro de las Fuerzas Aéreas se muestra orgulloso de ser parte del equipo de este aparato que “vuela con suavidad”, cuenta con su propio equipo de mecánicos en cada viaje y puede mantenerse en el aire sin repostar “más que ningún otro”.

En caso de ser necesario, no obstante, siempre puede recargar en pleno vuelo el tanque que nutre sus cuatro motores.

La tripulación del avión se compone del equipo de la cabina del piloto, los mecánicos y los auxiliares de vuelo, que son quienes atienden al pasaje y que son todos miembros de las Fuerzas Aéreas.

Además de la tripulación, en estos vuelos suelen acompañar al secretario de Defensa parte de su equipo, los miembros de su escolta, militares que controlan todas las comunicaciones y, casi siempre, un reducido grupo de periodistas.

A pesar de que no cuenta con las comodidades propias de un avión comercial, como pantallas en las que poder ver películas que ayuden a pasar el tiempo, y de que apenas cuenta con ventanillas desde las que admirar los paisajes que sobrevuela, no faltan pequeños lujos como algunas literas o un surtido inacabable de comida.

Aunque es evidente que se trata de un búnker alado, no deja de ser también la oficina y residencia de uno de los hombres más poderosos del planeta durante un buen puñado de días al año.

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