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Gates, el aprendiz que entregó su maestro a los leones de la trama rusa

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EFE

Rick Gates, el “número dos” de la campaña del presidente, Donald Trump, completó hoy la traición a su maestro, Paul Manafort , al testificar en su contra en el primer juicio fruto de la investigación sobre los supuestos lazos entre Rusia y el equipo electoral del actual mandatario.

Gates se subió al estrado con gesto serio mientras Manafort le miraba con los brazos cruzados, casi frente a frente, en la corte del distrito este de Virginia, en Alexandria.

Tranquilamente, Gates reconoció que él y Manafort entre 2006 y 2017 trabajaron para Gobiernos extranjeros, incluido el del expresidente prorruso de Ucrania Víktor Yanukóvich (2010-2014) y otros oligarcas rusos, a los que ayudaron a mejorar su imagen sin comunicárselo a las autoridades, lo que constituye un delito.

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Por esas actividades, Manafort recibió solo en Ucrania 60 millones de dólares, que supuestamente ocultó en empresas fantasmas y cuentas bancarias en el extranjero.

Mirando de vez en cuando al jurado, Gates admitió que su traición había comenzado mucho antes: durante años robó a Manafort, haciéndole creer que había incurrido en una serie de gastos y pidiéndole que se los reembolsara con “cientos de miles de dólares” desde cuentas bancarias en Chipre.

La defensa intentado retratar a Gates como el verdadero cerebro tras los crímenes; mientras que el equipo del fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller , lo considera como su testigo estrella, el que tiene las claves para probar que Manafort cometió fraude bancario y fiscal.

Durante décadas, Gates ha sido definido como “el protegido” de Manafort, su “mano derecha” y su “consejero”.

Y la verdad es que, este hombre, de 46 años, ha pasado la mayor parte de su carrera política al lado de su mentor: comenzó a trabajar hace casi tres décadas como becario en la poderosa empresa de consultoría de Manafort en Washington y, en 2016, se convirtió en su “número dos” en la campaña electoral de Trump.

Hasta ahora, Gates siempre había sido fiel a Manafort, le ayudó a manejar las operaciones diarias de la campaña de Trump y cargó con algunos de sus errores más sonados.

Por ejemplo, Gates recibió una fuerte reprimenda por no haber supervisado correctamente el discurso que pronunció la ahora primera dama, Melania Trump , durante la Convención Nacional Republicana y que guardaba grandes similitudes con otro que dio en 2008 su antecesora, Michelle Obama.

Varios medios de comunicación, como CNN, acusaron a Melania de “plagio” y Gates tuvo que aguantar la tormenta.

Poco a poco, se convirtió en un superviviente y logró seguir en la campaña de Trump a pesar de la salida de Manafort, que renunció cuando se descubrió que había asesorado a Yanukóvich.

Con Trump en la Casa Blanca, Gates pasó a asesorar a Thomas Barrack Jr. y se unió a la organización “EE.UU. primero”, dedicada a recaudar fondos e impulsar la agenda legislativa del presidente.

Fue en marzo de 2017 cuando las cosas comenzaron a torcerse para Gates, al ser expulsado del grupo “EE.UU. primero” y empezar a recibir preguntas incómodas de Mueller.

Finalmente, el 30 de octubre de 2017, Manafort y Gates supieron que el equipo del fiscal especial ya había presentado cargos en su contra, así que se entregaron al FBI y se declararon no culpables.

Los dos tuvieron que pagar una fianza millonaria y permanecieron durante meses bajo arresto domiciliario con una pulsera electrónica que permitía al Gobierno conocer su localización en todo momento.

Para Gates, la reclusión no fue fácil y llegó a pedir permiso a una jueza para ir a los partidos de sus hijos los fines de semana.

No aguantaba más y, en febrero pasado, cambió de versión: se declaró culpable e inició su colaboración con el equipo de Mueller con la esperanza de una reducción de condena.

Sin embargo, cuando hoy testificaba en el juicio, Gates no pudo evitar referirse con nostalgia a su pasado con Manafort, del que aprendió los mejores trucos, y reconoció que su mentor “es uno de los estrategas políticos más brillantes” con los que jamás ha trabajado.

Tras su testimonio, Gates se volvió a casa, mientras que Manafort fue trasladado en una furgoneta a una cárcel del estado de Virginia. Parece que hoy el aprendiz superó al maestro.

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