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Lia Manoliu, una veterana atleta que logró el oro pese a la edad y una lesión

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EFE

La lanzadora de disco rumana Lia Manoliu (1932-1998), la primera atleta que compitió en seis ediciones consecutivas de los Juegos Olímpicos, se consagró en México’68 al convertirse, a los 36 años, en la más veterana en lograr un oro.

Estuvo a punto de no participar en esos Juegos que ahora celebran su 50 aniversario y en los que ella subió a lo más alto del podio: las autoridades deportivas rumanas la descartaron inicialmente para participar en México’68 por considerarla demasiado mayor.

Pero la atleta siguió entrenándose sola y logró clasificarse para la cita olímpica.

Ya desde la capital mexicana, Manoliu relató en una carta enviada a su hermano Iacint que en la Villa se vivía “como si fuera un festival, todo tipo de personas, de todos los colores y todas las dimensiones posibles”. Pero en esa correspondencia también contó sus problemas de adaptación a la rutina.

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“Comienza el noveno día de los Juegos (dos semanas antes de la gran final). Y es la primera noche que duermo siete horas. Entré en pánico por la diferencia horaria y los pésimos entrenamientos que estoy realizando”, señaló la deportista.

El camino hacia la gloria olímpica no estuvo exento de obstáculos.

“Estoy rota”, confesó Manoliu tras sufrir una rotura del ligamento de la mano derecha durante un entrenamiento días antes de la final.

“No puedo hacer nada con el brazo, ni siquiera llevarme la cucharita a la boca, ni peinarme”, se lamentaba la atleta.

Advertida de que en esas condiciones sólo podría hacer un lanzamiento, la atleta se lo jugó todo a una carta en la final.

“Entró de manera decidida en el círculo, luego empezó a dar piruetas y lanzó. Justo al caer el disco, la vi saltando de alegría. Sentía que había sido bueno y así lo fue: 58,28 metros, ¡nuevo récord olímpico!”, recordó su hermano esa hazaña.

Manoliu se consagró así México, tras haber quedado sexta en Helsinki’52, novena en Melbourne’56 y haber logrado el bronce en Roma’60 y Tokio’64.

Su ciclo olímpico lo cerró con un noveno puesto en Múnich’72, siendo la primera atleta que participó en seis Juegos seguidos, un registro que conservó hasta que la velocista jamaicana Marlene Ottey lo rebasó al competir en siete citas olímpicas.

“Soy una deportista que a menudo ha fallado y algunas veces ha tenido éxito”, se definía ella misma.

Nacida el 25 de abril de 1932 en Chisinau, actual capital de Moldavia, practicó también otros deportes como tenis, tenis de mesa, voleibol y baloncesto. Llegó a ganar los campeonatos nacionales en estas dos disciplinas.

La rumana dejó huella dentro de los estadios, sin duda alguna, pero también fuera de ellos.

Tras terminar su carrera de lanzadora, continuó ejerciendo su pasión por el deporte en los despachos, gracias a su sólida formación académica, como licenciada en Ingeniería Eléctrica, y a que hablaba inglés, francés, italiano, alemán y ruso, además de rumano.

Fue vicepresidenta y entre 1990 y 1998 presidenta del Comité Olímpico de Rumanía y formó parte de la Comisión de la Academia Internacional Olímpica y de la Comisión de la Mujer de la IAAF.

También fue miembro de la Comisión Ejecutiva de la Asociación de Comités Olímpicos Europeos y del Foro Internacional de la Mujer.

Formó parte del jurado de los Premios Príncipe de Asturias de los Deportes cuando lo presidía Juan Antonio Samaranch.

Sus valores como deportista fueron reconocidos en 1973 con el premio Fair Play de la UNESCO y con la concesión de la Orden Olímpica en 1993.

Pese a que un estadio de Bucarest lleva su nombre desde 1990, muchos rumanos desconocen las hazañas de esta deportista.

Murió en 1998, a los 66 años, de un infarto, tras caer en coma durante una operación para tratar un tumor cerebral.

Raúl Sánchez Costa

Recursos de archivo en www.lafototeca.com código 2031190

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