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Alto comisionado de la ONU defiende sus duras críticas a Gobiernos

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EFE

A menos de un mes de dejar el cargo, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, defendió hoy las duras críticas que ha hecho a Gobiernos y líderes políticos de todo el mundo.

“Nosotros no avergonzamos a los Gobiernos, se avergüenzan ellos a sí mismos cuando privan a la gente de necesidades básicas, cuando discriminan a partes de sus comunidades, cuando atizan el miedo...”, explicó Zeid en un encuentro con periodistas.

El diplomático jordano, que ha sido atacado en numerosas ocasiones por líderes enfadados con sus críticas, aseguró que no se arrepiente de haber optado por un tono combativo durante sus años en el cargo.

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Según dijo, desde el primer momento decidió que prefería equivocarse hablando y pedir luego disculpas si era necesario, antes que callar frente a abusos y luego arrepentirse.

Zeid admitió haber recibido en alguna ocasión llamadas del secretario general de la ONU, António Guterres, sugiriéndole usar palabras más diplomáticas, algo que considera normal dado el puesto que ocupa el portugués, que necesita de buenas relaciones con los Estados miembros.

Mientras, a su juicio, el alto comisionado debe centrarse en las relaciones entre Gobiernos y sus ciudadanos, defendiendo a las víctimas de abusos.

Ese enfoque, aseguró, le ha supuesto “muchas presiones” por parte de multitud de Gobiernos y hacía imposible aspirar a un segundo mandato.

Según Zeid, su renovación en el cargo nunca habría sido aprobada por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (EE.UU., Rusia, China, Francia y el Reino Unido), con quien se consulta el nombramiento.

“Durante los cuatro años (de mandato) seguramente he dicho cosas que no han sido bienvenidas por, con seguridad, tres de los cinco. Probablemente cuatro de los cinco. Y el quinto, al ministro de Exteriores no le gusto en absoluto”, bromeó.

Las críticas a Zeid han sido abundantes y, este año, el Gobierno de Hungría llegó a pedir abiertamente su dimisión después de que éste tildase al primer ministro, el nacionalista Viktor Orbán, de “racista” y “xenófobo”.

El alto comisionado también se ganó la enemistad del presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que llegó a llamarle “cabeza hueca” e “hijo de puta”, después de que Zeid sugiriese que el mandatario debería pasar por una “evaluación psiquiátrica” a tenor de sus comentarios.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es otro de los gobernantes que más han criticado al diplomático jordano, en respuesta a sus denuncias sobre la situación en el país.

El alto comisionado se ha caracterizado, entre otras cosas, por un claro rechazo al discurso del odio, la xenofobia y la discriminación, algo que le hizo reprobar en varias ocasiones las decisiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

En la carrera por suceder a Zeid, han surgido algunas voces que defienden que su tono duro no ha sido efectivo a la hora de impulsar la protección de los derechos humanos.

Uno de los candidatos, el suizo Nils Melzer, ha dicho por ejemplo que el próximo alto comisionado “debe comprender que defender los derechos humanos no implica atacar a gobiernos”, apuntar con el dedo a nadie ni tratar de ser superior moralmente “a costa de una pérdida mutua de respeto, influencia y entendimiento”.

Melzer, actualmente relator especial de la ONU sobre la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, ha defendido que el cargo conlleva “crear consensos al tiempo que se respetan las diferencias” y no generar “titulares llamativos y confrontaciones al dividir el mundo en alumnos buenos y malos”.

El próximo alto comisionado debe ser elegido por Guterres y posteriormente confirmado por la Asamblea General, donde se sientan los 193 Estados miembros de Naciones Unidas.

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