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La Ermita del Rosario, cuna española de la evangelización en México

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EFE

Virginia Rosas Delgado, una vendedora de fruta de 54 años, se santigua frente a una diminuta ermita que apenas llega a los 20 metros de altura y cinco de ancho, pero que forma parte de un quiebre en la historia de los pueblos indígenas mesoamericanos.

En un poblado del Golfo de México, la mujer observa detenidamente las viejas paredes reparadas y blanqueadas, su mente digiere que esa estructura, llamada Ermita del Rosario, es considerada el origen de la evangelización de todo un pueblo y el inicio de la cristiandad en América.

“Es tan importante por la religión y todo lo que nos enseñó (el conquistador español Hernán) Cortés”, dice como si eso hubiera ocurrido días atrás en este municipio llamado La Antigua, en el oriental estado mexicano de Veracruz.

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Edificada a orillas del río Huitzilapan, hoy conocido como La Antigua, es la primera iglesia en tierra firme de la Nueva España y la semilla para que México sea hoy el segundo país del mundo donde más se profesa el catolicismo con 111 millones de creyentes.

La leyenda señala que la ermita se construyó entre 1523 a 1524 con un pegamento especial elaborado por indígenas totonacas a base de baba de caracol, nopal, agua de mar, cal calcinada y miel de abeja.

A menos de seis meses de celebrarse los 500 años de la llegada de los españoles a América, doña Virginia asegura sentirse orgullosa de vivir en los alrededores de la ermita, la cual -según los cronistas locales- comenzó con un recinto de no más de cinco metros cuadrados y en 1604 se remodeló y amplió.

“Ahí es el principio de la cristiandad, llegó Cortés y los famosos doce (misioneros)”, describe Omar Ruiz Gordillo, antropólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia y uno de los principales estudiosos de la Conquista Española.

Las crónicas y leyendas describen que doce misioneros franciscanos capitaneados por fray Martin de Valencia arribaron a la Nueva España y decidieron construir la primera iglesia para que los viajeros encomendaran su alma a Dios antes de ingresar a las tierras indígenas.

Además, fue el primer centro de culto abierto para que los indígenas -poco acostumbrados a las ceremonias bajo techo- acudieran a adorar al nuevo Dios, en tanto los frailes aprendían las lenguas locales.

“Es el último lugar donde se persignaban los guerreros”, ratifica el investigador, aunque difiere del año de edificación de la ermita. Afirma que hay pocos indicios de su construcción en 1523-1524; solo existen registros históricos hasta 1550.

“No hay datos exactos”, aclara, pero no duda en asegurar que desde aquí se dio la cristiandad y que la capilla fue llamada en un inicio de Santiago Apóstol, después la Ermita del Cristo del Calvario y hoy lleva por nombre la Ermita del Rosario.

Antaño, contaba con un cementerio, en cuya parte más lejana los negros esclavos se convertían en polvo, los restos de los nativos mexicanos yacían en busca del inframundo y los españoles dentro de la iglesia como los grandes señores.

Sus colores en rojo y azul, esos que plasmaron los nativos para acabar convertidos al cristianismo, han sido mudos testigos del crecimiento de los feligreses católicos.

El último Anuario Estadístico del Vaticano (2017) contabilizó en México unos 111 millones de fieles católicos, solo por detrás de Brasil que registra unos 172 millones de seguidores.

Y es gracias a las leyendas de los franciscanos, dominicos, agustinos, jesuitas y carmelitas descalzos que aún hay un devoción casi ciega, como en la Iglesia del Cristo del Buen Viaje, edificada en 1873 a unos 200 metros de la ermita.

En el nuevo recinto, se rinde culto a un Cristo y a una efigie de la Virgen del Rosario que el 3 de mayo de 1873 los religiosos franciscanos dijeron haber hallado en el cauce de un río.

Los pobladores juran que ese Cristo del Buen Viaje lo trajo a estas tierras el mismísimo Hernán Cortés, una leyenda que se repite con distintos santos en cientos de rancherías, pueblos y ciudades asentados en el Golfo de México.

“Aquí tenemos la historia viva”, agrega la vendedora de frutas.

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