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Sergio Pitol se convierte en cenizas, no así su legado transgresor

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EFE

El cuerpo del laureado escritor mexicano Sergio Pitol, quien falleció el jueves a los 85 años de edad, fue cremado hoy en Xalapa, la ciudad que lo adoptó, sin estar presentes sus amigos más cercanos, funcionarios universitarios o gubernamentales, ni estudiantes de letras.

El pleito que inició en 2009 el primo Luis Deméneghi y la sobrina Laura Deméneghi para tener la custodia de quien fue ganador del Premio Cervantes de Literatura 2005 alejó a los más allegados.

En las instalaciones de la funeraria Bosques del Recuerdo, a donde anoche llegaron los restos del autor de “Domar a la divina garza”, pocos fueron quienes asistieron a despedirlo, y no por falta de amor, sino para evitar confrontaciones.

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Vestido con su traje gris y boina del mismo color, Pitol reposaba en el féretro de madera que llegó escoltado solo por algunos familiares que acudieron hasta ese lugar rodeado por árboles frondosos.

La más afectada, al menos visiblemente, era Mari, la enfermera que durante dos años cuidó la salud del autor, que enfrentaba afasia primaria progresiva, una enfermedad que poco a poco le fue impidiendo el habla.

Las lágrimas se agolpaban en sus ojos, pero en todo momento evitó que fluyeran, pues para ella Pitol se fue en paz, a pesar que lo hizo sin estar rodeado de sus amigos.

Pocas son las historias que se contaron sobre él durante el tiempo de espera. Algunos de sus familiares prefirieron atender llamadas telefónicas, otros comentaron sobre sus viajes.

Los menos hablaban de la personalidad o el trabajo del escritor, entre ellos Laura, la sobrina que en diversas entrevistas a medios locales acusó a distintas personalidades de haber “lucrado” con su tío.

La mujer, cuyo padre desde 2009 intentó legalmente declarar incapacitado mentalmente a Pitol para hacerse cargo de la custodia, señaló a Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana, que posee los derechos de una parte de las obras de Pitol, de jamás haberle entregado esos recursos y de poner en riesgo la salud del viajero constante.

Además, arremetió contra el actual director de Difusión Cultural de la casa de estudios, Rodolfo Mendoza, promotor cultural ampliamente conocido y coautor de obras con Pitol, a quien acusó de lucrar con Sergio.

Y criticó la labor de Adelina Trujillo, exprocuradora de la Defensa del Menor, la Familia y el Indígena del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia, organismo asistencial que cuidó a Pitol desde septiembre de 2014 hasta diciembre de 2016.

Los amigos cercanos prefirieron guardar silencio ante las arremetidas de Laura, la joven que obtuvo la custodia a fines de 2016. “Es tiempo de recordarlo cuando estuvo a nuestro lado”, dijo uno de los amigos íntimos del autor, consultado por Efe.

Sus allegados prefieren visualizarlo sentado en el sillón de su biblioteca personal, con un cigarrillo entre los dedos, sus perros al lado y su sonrisa a todo lo que daba.

Cerca de 15 minutos pasaron hasta que el ataúd atravesó las puertas de la administración y con ello se inició el proceso de cremación, que duraría tres horas para reducir a cenizas al poseedor de una mente maestra que eligió a Xalapa, en el estado de Veracruz, como su hogar.

Pitol se convirtió en cenizas, pero no su legado obras que lo convirtieron en un transgresor de géneros literarios, en un referente de la literatura universal y, sobre todo, en un amigo y maestro de docenas de generaciones de escritores.

“Podrán arrebatarnos el momento de despedirnos de él, pero jamás sus obras, que pueden disfrutarse en italiano, ruso, inglés, húngaro, chino, polaco y hasta árabe”, recalcó uno de sus allegados.

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