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Sessions insta a fiscales a pedir pena de muerte en delitos de drogas

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EFE

El fiscal general, Jeff Sessions, emitió hoy un memorando en el que insta a los abogados del Gobierno a pedir la pena de muerte para las personas vinculadas con el tráfico de drogas, una medida impulsada por el presidente Donald Trump para combatir la epidemia de opiáceos que azota al país.

“Recomiendo encarecidamente a los fiscales federales que utilicen estos estatutos, cuando corresponda, para ayudar en nuestra lucha continua contra el tráfico de drogas y la destrucción que causa en nuestra nación”, apuntó Sessions.

La nota señala aquellos casos en los que se puede usar la pena de muerte, incluyendo ciertas actividades de crimen organizado, el uso de armas que hayan causado muertes durante un delito de narcotráfico, el asesinato enmarcado en la práctica de un delito, y el manejo de cantidades “extremadamente grandes” de estupefacientes.

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El lunes, Trump anunció un plan para combatir la epidemia de opiáceos basado en reducir la demanda y la prescripción excesiva de opioides, cortar el suministro de drogas ilegales y aumentar el acceso al tratamiento.

En él, incluía un mandato para que el Departamento de Justicia solicitase la pena de muerte cuando corresponda conforme a la ley actual, una medida polémica que ha sido rechazada por los defensores de los derechos humanos y la justicia penal.

Trump, que a lo largo de su mandato ha alabado a líderes como el presidente filipino, Rodrigo Duterte, por su mano dura contra las drogas, insistió en hacer uso de la pena capital siempre y cuando la ley lo permita, con el objetivo de poner fin a la epidemia que causa 175 muertes de diarias por el abuso de opiáceos.

“Estamos perdiendo el tiempo si no nos ponemos duros con los narcotraficantes, y esa dureza incluye la pena de muerte”, dijo Trump en un discurso en Nuevo Hampshire, el tercer estado del país más golpeado por la adicción a los opiáceos después de Virginia Occidental y Ohio.

El foco de la Casa Blanca está sobre todo en quienes trafican con opiáceos, que pueden obtenerse con receta o en el mercado negro, y también con fentanilo, un analgésico que suele destinarse al tratamiento del cáncer pero que en los últimos años se ha usado por grupos criminales para aumentar la potencia de la heroína.

El plan de la Casa Blanca también busca reducir en un tercio las recetas de analgésicos opioides que hacen los doctores del país en un plazo de tres años, además de apoyar el desarrollo de una vacuna que permita “prevenir la adicción a los opiáceos” y de opciones de gestión del dolor “que no sean adictivas”.

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