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Hibridación, la experimentación en el arte para buscar la propia identidad

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EFE

Lo híbrido ha sido, a lo largo de la historia del arte, fuente de experimentación e inspiración; desde las manifestaciones primitivas hasta con creadores como Picasso y Francis Bacon, este recurso ha sido utilizado como una búsqueda de la identidad propia, como demuestra una nueva exposición en México.

“Híbridos. El cuerpo como imaginario”, que abre mañana sus puertas en el Museo del Palacio de Bellas Artes capitalino, analiza a través de casi un centenar de piezas cómo las distintas culturas han ido modificando la forma humana, forjando nuevas gramáticas.

“Lo híbrido habla de algo fuera de uno, de sí mismo”, afirma a Efe el director del recinto, Miguel Fernández Félix, sobre este concepto de “injertos y mestizaje” que constituye una mezcla entre “racionalidad e imaginación”.

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Una representación mexicana de un dios murciélago, que data del siglo I d.C, abre la primera sección de la exposición, “Cartografía de lo vivo”, que supone un puente entre el arte y la antropología.

Aquí se pueden encontrar, entre otras piezas, una máscara, un tambor y una sonaja con los que los chamanes de la cultura kwakiut ejercían un ritual que simbolizaba la metamorfosis de hombre a cuervo, o una pieza de Bali compuesta por elementos vegetales y animales -incluyendo uñas y placenta humana- sobre la que se creía que canalizaba la fuerza del universo.

En la segunda parte de la exposición, “Naturaleza y humanidad”, destacan los retratos del taller de Giuseppe Arcimboldo basados en plantas y frutas, que representan la opulencia de los que están en el poder.

La influencia del judeocristianismo, otro de los ejes de peso en el recorrido, se percibe en la proyección sobre “Las tentaciones de San Antonio”, en la que se compara cómo este motivo ha sido tratado por artistas como El Bosco o Max Ernst.

Una pintura de Diego Rivera sobre este mismo tema, en la que lleva la representación al mundo vegetal, es el nexo con la tercera parte de la exposición, “Hibridaciones subversivas”.

“Los artistas contemporáneos retoman la metáfora de la hibridación porque de por sí, en su sentido estricto, se refiere a un fenómeno genético, y se hizo muy poderoso a lo largo del siglo XX”, explica a Efe Valentine Losseau, una de las curadoras de la muestra.

Así, más tarde en el siglo XXI se convirtió en una herramienta para “hablar, criticar, y reflexionar sobre la mezcla de culturas que implica la era de la globalización”.

Ejemplo de esta crítica es el óleo de Francis Picabia “La adoración del becerro”, un grito contra el fascismo inspirado en el fotomontaje “El dictador”, de Erwin Blumenfeld, que alude a Hitler.

En esta sección también están presentes Francisco de Goya, con dos obras de la serie “Los caprichos”; Pablo Picasso, con “El beso”; Francis Bacon, con “Dos figuras con un mono”, y Orlan, con parte de la serie “Auto hibridación africana”.

Como una de las obras finales se halla el “Psycogeography” de Dustin Yellin, una figura humana elaborada con vidrio, collage y acrílico que contiene formas geométricas laberínticas en las que se mezclan diferentes animales, personas y objetos.

“Hace referencia al humano, al cuerpo como un espacio acumulador de imágenes”, que atraviesan espacios, tiempos y lugares, señala sobre la obra el asesor curatorial de la exposición, Adolfo Mantilla.

La exhibición pretende que, después del recorrido, el espectador tenga la posibilidad de “reflexionar”: “No es concluyente, no intenta prescribir una forma de entender el fenómeno”, sino que expone un proceso para que el público llegue a sus propias conclusiones, argumenta Mantilla.

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