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Una santa que protege los barrios mexicanos de los alquileres abusivos

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EFE

Año nuevo, vida nueva. Y para muchos una renta más elevada. Ante eso, los devotos de Santa María La Juaricua intensifican sus plegarias para frenar la especulación urbanística que pone de moda a los céntricos barrios de Ciudad de México y que desplaza a sus vecinos originarios.

Las colonias (barrios) Santa María la Ribera y Juárez son un claro ejemplo donde las inmobiliarias compran antiguas casas para construir edificios departamentales, llegan vecinos con elevado poder adquisitivo, abren locales “hipster” y cadenas de alimentación, aumenta la oferta cultural y suben los alquileres.

Santa María la Juaricua (acrónimo de los dos barrios) es un proyecto creativo mediante el que dos artistas visuales capitalinos denuncian que este proceso gentrificador conlleva que muchos vecinos no puedan afrontar el aumento del nivel de vida de su barrio.

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“Es una santa por el derecho a la vivienda y busca que se mantengan incluyentes los barrios”, explicó a Efe Sandra Valenzuela, mientras sostenía la figura de Santa María la Juaricua, un icono que encontró en un edificio abandonado y que se ha convertido en un símbolo de las luchas vecinales.

A la figura, que viste de blanco y tiene las manos en posición de oración, le pusieron unas gafas bohemias que simbolizan la llegada de los nuevos vecinos, un sombrero para protegerse del sol mientras frena desahucios y una perrita llamada Banqueta (acera) para recuperar el espacio público, contó Valenzuela.

La idea surgió porque los vecinos “confundían la gentrificación con el progreso y no pensaban en las consecuencias negativas que podría tener”, como la “expulsión” de los vecinos que vivían antes de la llegada de “población más joven, más blanca y con más poder adquisitivo”, añadió.

“Siguiendo la metáfora religiosa, la santa es una manera de evangelizar a los pobladores de que van a ser desplazados por los precios y los cambios en el barrio”, explicó Jorge Baca, coautor del proyecto.

Santa María La Juaricua fue expuesta en 2016 en casa de Valenzuela, en la colonia Juárez, en un altar con vistas a la calle y la respuesta por parte de los vecinos fue tan positiva que se llegaron a organizar peregrinaciones de centenares de personas.

Baca es vecino de quinta generación en Santa María la Ribera y su bolsillo ha sufrido la gentirifación, dado que en solo cuatro años ha pasado de pagar anualmente 325 pesos (16,9 dólares) de impuestos a 1.980 pesos (103 dólares) bimestrales.

A diferencia de otros barrios gentrificados de la capital mexicana como la Condesa, donde el aumento de los precios comenzó hace 25 años, el caso de Santa María la Ribera ha sido muy acelerado, donde departamentos que se alquilaban a 3.000 pesos (156 dólares) ya superan los 11.000 (573 dólares).

“Hace cuatro años a Santa María la Ribera se le llamaba Santa María la Ratera porque era un barrio peligrosísimo. Hoy es un barrio de moda para hipsters y artistas”, añadió.

Este proceso de desplazamiento también afecta a históricos comercios del barrio que son sustituidos por cadenas que cubren las necesidades de los nuevos vecinos.

“La responsabilidad del gobierno de la ciudad es total. Tendría que regular y, sin embargo, es el provocador del fenómeno”, acusó Baca, quien definió al Ejecutivo capitalino como el “enemigo del vecino” porque permite la compra y especulación de viviendas protegidas por ley.

Sin embargo, tanto Valenzuela como Baca realizaron autocrítica, puesto que en su condición de artistas y vecinos también han contribuido de cierta manera en el proceso que viven sus barrios.

“Muchas veces (los artistas) somos la punta de lanza de la gentrificación. Nadie es inocente. Nos mudamos a barrios patrimoniales céntricos con rentas baratas y atraemos la inversión inmobiliaria y el encarecimiento”, dijo Valenzuela.

Por su parte, Baca lamentó que los vecinos originarios como él tienen cierta culpa dado que “descuidaron el barrio”, donde aumentó la delincuencia y la suciedad, lo que provocó un abaratamiento de la zona ideal para la llegada de inversionistas.

Por ello, ambos artistas capitalinos impulsan distintos proyectos de “hartivismo”, puesto que se definen “hartos” de la situación, mediante los que quieren “recuperar el barrio y los espacios públicos”, siendo Santa María la Juaricua el más exitoso.

Valenzuela y Baca no confirman los prodigios milagrosos de la santa, pero ha llegado a sus oídos la historia de una familia que cuando iba a ser desahuciada apareció una abogada con sombrero y gafas que les ayudó a parar el desalojo.

En su último acto, ambos artistas pasearon a la Juaricua por el Kiosko Morisco de Santa María la Ribera, principal espacio público del barrio, donde los vecinos bailaron en su honor una cumbia con mensajes muy devotos.

“Sálvame de las malas prácticas, líbrame del desplazamiento, del desalojo, del incremento abusivo de la renta, del alza desmedida del predial, del voraz casero y del mal inmobiliario, sálvanos de la gentrificación”. Amén.