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Art Basel Miami Beach, feria sin fronteras y paraíso terrenal del espectáculo

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El magnetismo de Art Basel Miami Beach (ABMB) mantiene todo su poder de atracción como gran espectáculo de las artes plásticas donde se esfuman las fronteras, de cita que conjuga negocios y hedonismo convertida en paraíso terrenal de galeristas y visitantes.

El entusiasmo que genera cada año ABMB no decae. Apabulla la envergadura y extensión de la feria, con cerca de 300 galerías procedentes de 32 países de Norteamérica, Latinoamérica, Europa, Asia, África y Oriente Medio. Y obra expuestas de más de 4.000 artistas modernos y contemporáneos.

Su llamada roza el embrujo. Se espera que 77.000 personas, una buena parte turistas, pasen por el recinto ferial del Centro de Convenciones de Miami Beach, todavía en remodelación, durante los cinco días que permanecerá abierta la muestra.

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El ritmo frenético que imprime ABMB infunde color y calor artístico a la ciudad entera. Sube la temperatura museística estos días y se multiplican las ferias satélites (una veintena), las muestras paralelas, los espectáculos visuales y musicales y, cómo no, las fiestas que pueblan la noche con famosos.

Se trata del mayor y más relevante escaparate de arte de las Américas, una feria que atesora desde grandes obras maestras del modernismo hasta piezas de creadores emergentes.

Art Basel Miami Beach “ha cambiado mucho en los últimos diez años, es hoy un ecosistema cultural cuyo fin y corazón es atraer a la gente al arte, una parte esencial de cualquier sociedad”, declaró Mark Spiegler, director global de la feria, en la presentación a los medios e invitados en la decimosexta edición.

Se respiraba optimismo en la rueda de prensa. En el Jardín Botánico como tropical escenario, Spiegler resaltó que la impresión que impera en el ánimo de los galeristas es positiva, pese a que “estos no son tiempos fáciles” para los expositores, “afectados por la globalización y los nuevos modelos” de negocio.

Puso en valor la aportación clave y “calidad” de las jóvenes galerías y artistas que exponen en esa cita que se estima genera un impacto económico de 500 millones de dólares en la ciudad.

No conviene perderse el desembarco de obra y artistas de Latinoamérica en tres de las secciones más importantes, “Survey”, “Nova” y “Kabinet”.

En “Survey”, que propone obras de artistas anteriores al año 2000, hay presencia de pesos pesados: los chilenos Roberto Matta (1911-2002) y Carlos Leppe (1952-2015), en las galerías Robilant Voena y Espaivisor, respectivamente.

Figura seminal del expresionismo abstracto y surrealismo del siglo XX, la obra de Matta mantiene hoy en día “toda la frescura” de su tiempo, dijo a Efe el galerista.

El precio de los cuadros expuestos oscila entre los 200.000 y los dos millones de dólares que alcanza el óleo sobre lienzo de gran formato (2 metros de alto por 3 de ancho) que domina una de las paredes de la galería, “The Unthinkable” (1957).

Vídeo, fotografía y otras formas de documentación fueron las herramientas empleadas por Leppe para denunciar la opresión durante la dictadura de Augusto Pinochet. Destaca en la sala el trabajo “Acción de la Estrella” (1979), una serie de fotografías en blanco y negro sobre papel de algodón.

La conciencia social y política recorren también el arte conceptual del argentino Edgardo Antonio Vigo (1928-1997) en Richard Saltoun Gallery, con piezas como “Argentina, 74” o artefactos próximos al “ready-made” y el surrealismo como los “Poemas visuales (in) comestibles en caramelos” y “Poemas matemáticos (in) comestibles”.

A unos metros de distancia se puede encontrar destellos del mejor modernismo brasileño a cargo de otro peso pesado del arte, Cicero Dias (1907-2003) y nombres tan descollantes como los de Sérvulo Esmeraldo (1929-2017) o Hércules Barsotti (1914-2010).

La caseta de Proyectos Monclova, en la sección “Nova”, está dedicado al colectivo mexicano Tercerunquinto, sensible a los abusos contra los inmigrantes (“Secuencia del migrante”) o la conexión entre arquitectura, escultura, urbanismo y espacio público.

El acento “outsider” en la feria lo pone la obra del autodidacta estadounidense Bill Traylor (1854-1949), hijo de esclavos negros, agudo observador de la naturaleza humana.

Hay destellos que no conviene perderse en la feria: los del artista plástico brasileño Wesley Duke Lee (1931-2010), en la galería Ricardo Camargo, o, en contraste, la de un artista emergente como el chino Xu Qu y su serie de vasijas de cerámica e impresiones tipográficas, en la galería Antenna Space.

El estadounidense Jamal Cyrus explora el mundo de la música y de los derechos civiles de la comunidad afroamericana, mientras la greco-egipcia Farida El Gazzar, en Kalfayan, refleja en sus pinturas aspectos cotidianos y sociopolíticos de la vida en Egipto.

Pero las “joyas de la corona” de la feria pueden ser perfectamente los Miró, Wifredo Lam, Julio González, Lichtenstein y Picasso que cuelgan en las paredes de la prestigiosa galería Gmurzynska (Suiza).

O el gozo de toparse con cuadros del italiano Giorgio de Chirico y de los mexicanos Diego Rivera, Rufino Tamayo y Leonora Carrington en algún punto del laberinto de pasillos que recorre el recinto ferial.

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