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Piden a Inmigración que se reabra caso de guatemalteca refugiada en iglesia

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Un grupo de políticos, activistas y religiosos de Nueva York reclamaron hoy a Inmigración que reabra el caso y otorgue asilo a la guatemalteca Amanda Morales Guerra al cumplirse el tercer mes refugiada en una iglesia santuario en esta ciudad.

“Ella es un símbolo de lo que está mal con la política de inmigración” en este país, afirmó la presidenta del Concejo de la ciudad de Nueva York, Melissa Mark Viverito, durante una conferencia de prensa en la iglesia episcopal de la comunidad del Alto Manhattan, donde reiteraron su apoyo a la guatemalteca.

Destacó que Morales Guerra “vive momentos muy difíciles” tras verse obligada a refugiarse en la iglesia santuario para evitar ser deportada y separada de sus tres hijos, que nacieron en EE.UU.

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“Es una insensatez lo que ocurre”, aseguró y recordó que Nueva York es una ciudad santuario donde se continuará protegiendo a los inmigrantes.

Recordó que el jueves precisamente aprobaron un paquete de tres leyes para evitar que los datos que las agencias municipales manejan de los neoyorquinos terminen en manos de autoridades de inmigración.

El grupo destacó que Morales Guerra, de 33 años y que residía en Long Island, al este de la ciudad, ha trabajado, pagado sus impuestos y que ha cuidado de sus hijos, y no es “una amenaza para la ciudad o la nación”.

El pasado 18 de agosto, día en que sería deportada, se refugió con sus tres hijos de 9, 8 y dos años y medio en la iglesia episcopal Santa Cruz, el primer caso que ocurrió en esa ciudad desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca.

La guatemalteca tiene una orden de deportación desde 2004, tras ser detenida en la frontera con Texas cuando intentaba entrar a este país. Fue dejada en libertad con una orden para presentarse más adelante, pero no acudió por temor a ser deportada.

Tras un accidente de tránsito en 2012 usó su pasaporte como documento de identidad y poco después recibió una citación de Inmigración, a la que acudió y desde entonces había estado asistiendo a las revisiones de su caso.

Sin embargo, durante la cita del pasado mayo le advirtieron que se tenía que presentar el 18 de agosto con un boleto de regreso a su país, optando entonces por el santuario, tras lo cual su abogado pidió que se aplazara su deportación pero le fue negado en una llamada telefónica.

Actualmente está en espera de que la corte de Texas, donde se originó la orden de deportación, responda por escrito a su pedido de que se reabra el caso.

Morales Guerra dijo en aquel momento que dejó su país por la pobreza y criminalidad, razones por las cuales no quiere llevar allá a sus hijos ni separarse de ellos.

Desde agosto ha contado con el apoyo de la comunidad que le ha suministrado de necesidades básicas para ella y sus hijos, llevan a los pequeños al parque, les visitan en la iglesia y voluntarios se aseguran día a día de que un agente de Inmigración no se acerque a Amanda en la iglesia, de donde no ha salido en esos tres meses, explicó por su parte el concejal Ydanis Rodríguez, que representa a esa comunidad.

Rodríguez señaló que Morales Guerra no acudió al encuentro hoy con la prensa, como hizo antes, porque “está débil, se siente enferma, está preocupada”. Aseguró que la salud mental y emocional de la mujer ha ido mermando.

“Esta iglesia es un santuario, pero puede ser una cárcel” para una persona que no pueda salir, afirmó el concejal, y agregó que la mujer “ha sido declarada residente permanente de esta comunidad”.

Destacó que la amenaza de ser deportada le impide recoger a sus hijos en la escuela o llevarlos a un parque porque “no tiene la seguridad ni la libertad de disfrutar de las actividades que realizan otras madres”.

El congresista Adriano Espaillat destacó por su parte que la administración Trump le ha declarado la guerra a la MS-13 pero sin embargo quieren deportar a la inmigrante a un país afectado precisamente con la violencia de esa pandilla.

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