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Nadia López García, la escritora rebelde de la cultura mixteca

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La mexicana Nadia López García, ganadora del Premio de poemas en lenguas originarias “Cenzontle 2017”, es una especie de escritora rebelde del pueblo mixteco; de niña le prohibieron hablar el idioma de su comunidad y en un acto rebelde, no solo lo aprendió, sino que lo utilizó para hacer literatura.

“Mi madre fue maltratada en su niñez por no hablar español y como forma de protegernos, nos ocultó a mí y mis hermanos el mixteco. A los 15 años descubrí que a escondidas ella se expresaba en otra lengua con sus amigas; poco después empecé a aprenderlo y aún lo sigo haciendo”, dice la escritora en una entrevista con Efe.

El mes pasado, López García ganó el “Cenzontle 2017” con “Tierra mojada”, un poemario con 15 piezas en español y mixteco que tratan el tema de la mujer, su erotismo, la migración y las ausencias.

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“Las mujeres de mi cultura no tocan el tema erótico ni la sexualidad, eso tiene que ver con el machismo, pero más con un miedo a expresarse con el cuerpo. Yo quise romper con eso”, asegura.

Nadia fue la típica niña conversadora en clase, solo que se encontró con maestros duros. Uno de ellos, cansado de requerirla, decidió castigarla, le suspendió el recreo y la obligó a leer encerrada en el aula mientras los demás alumnos tenían luz verde para las travesuras en el patio.

“Al principio lamenté perderme los juegos a las atrapadas y a los ponchados. Luego empecé a leer los cuentos de los libros de texto y me di cuenta que aquello me gustaba. Recuerdo una versión de ocho páginas de ‘Mobby Dick’ y otra resumida de “Robinson Crusoe”.

En aquella época, inicios de este siglo, la chica vivía con su familia en San Quintín, en el noroccidental estado de Baja California, donde sus padres se alquilaban para la cosecha de fresas, tomate y zarzamora.

El viaje a la casa de la familia al sureño estado de Oaxaca demoraba tres días y en ese tiempo se leyó su primer libro, “El principito”, regalo de su papá.

Antes de los 15 años Nadia conoció “El amor en los tiempos del cólera” y luego toda la obra de Gabriel García Márquez menos “Cien años de soledad”, porque la asustaron con la obra y vino a leerla hace poco. Al abandonar la adolescencia se convirtió en una lectora voraz y a sus 25 años habla de libros con la autoridad de una septuagenaria.

“Analizo ‘Elegía interrumpida’, de Octavio Paz, y siento que es la vida de mi casa, tantos muertos no dejan de doler; de Alfonso Reyes tengo predilección por sus poemas en prosa”, comenta.

“La ‘Rayuela’, de (Julio) Cortázar, me la leí a los 19 cuando todas las chicas creemos ser como su personaje ‘La Maga’, pero quiero releerlo con los saltos de capítulo”, confiesa.

Nadia mira a los ojos de quien le hace las preguntas y aclara que ser poeta bilingüe no es igual que auto traducirse y en su caso los poemas a veces le llegan en mixteco y otras en español y eso le implica expresarse en dos mundos distintos.

“Escribo mucho sobre mis abuelas y mis tías Odilia y Otilia, ya muertas, a veces siento que escribo lo que ellas no pudieron decir, entonces cometo la locura de preguntarles sí en verdad querían decir cuando estaban en vida eso que puse”, apunta.

La autora escribe para sí misma, para sacar lo que está dentro y cree en la existencia de la capacidad de sorpresa de las musas a las cuales atrae con unas redes en forma de cuadernos.

“De repente voy caminando por la calle y aparece algo que puede convertirse en poema, para eso llevo una libreta mini color naranja donde pongo ideas que luego paso a otra más grande, color turquesa”, revela.

Nadia también escribe prosa. Un cuento suyo será traducido al árabe, pero su vocación es hacer poesía, la herramienta que usa para defender su derecho a la rebeldía con la mitad de sus creaciones en el idioma prohibido de su casa, el mixteco.

“Es más rico que el español, tiene mejores giros para la poesía”, asegura.

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