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La Armada cree que los accidentes de dos de sus buques fueron evitables

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La Armada informó hoy de que, tras las pertinentes investigaciones, ha llegado a la conclusión de que al menos dos de los cuatro accidentes sufridos por buques de la Séptima Flota en aguas del Océano Pacífico en los últimos meses se podrían haber evitado.

En concreto, el informe publicado hoy por la Armada se refiere al choque del destructor USS Fitzgerald con un carguero filipino en aguas japonesas, que causó la muerte de siete marineros, y a la colisión del USS John S. McCain con un petrolero frente a la costa de Singapur, en el que fallecieron diez miembros de la tripulación.

“Estos dos accidentes eran evitables y sus respectivas investigaciones encontraron numerosos fallos básicos que contribuyeron a los incidentes”, señaló el jefe de operaciones navales de la Armada, el almirante John Richardson.

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De acuerdo con el informe, el choque entre el USS Fitzgerald y el carguero ACX Crystal, que tuvo lugar el pasado 16 de junio a unas 56 millas náuticas de la ciudad japonesa Yokosuka, se debió a la acumulación de “pequeños errores” que acabaron provocando una falta de adhesión a prácticas básicas de navegación.

“Específicamente, los equipos de vigilancia del USS Fitzgerald desatendieron las normas establecidas para situaciones de contacto y, lo que es más importante, el mando del buque falló a la hora de respetar protocolos ya establecidos para evitar colisiones”, apunta la investigación.

En cuanto al USS John S. McCain, que el 21 de agosto chocó con el Alnic MC, un petrolero de 30.000 toneladas que navegaba bajo la bandera de Liberia, el informe atribuye al accidente a “la complacencia, el exceso de confianza y la falta de cumplimiento de los procedimientos”.

En lo que va de año, la Séptima Flota, que se encuentra desplegada en la región Asia-Pacífico, ha sufrido cuatro graves accidentes, lo que ha provocado la apertura de diversas investigaciones, una de las cuales está siendo llevada a cabo por el Comité de Servicios Armados del Senado.

Como consecuencia de estos accidentes, la Armada destituyó al comandante de la flota, el almirante Joseph P. Aucoin, relevó a varios oficiales, transmitió reprimendas oficiales a numerosos marineros y, sobre todo, ordenó un paréntesis en sus operaciones en todo el mundo hasta aclarar estos accidentes.

“Nuestra cultura es que todos, desde el marinero más novato al comandante más veterano, deben valorar el logro y la manutención de altos niveles tanto operacionales como de actuación en caso de guerra”, apuntó el almirante Richardson, quien sentenció que la Armada tiene que “hacerlo mejor”.

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