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Para cubanos varados en México solo hay una certeza: regresar no es opción

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Decenas de cubanos se reúnen todos los días frente al Puente Internacional Las Américas de la fronteriza ciudad mexicana de Nuevo Laredo, al cabo de una odisea por 10 países, ignorantes de si alcanzarán su meta en Estados Unidos pero con la convicción de que “no es una opción” regresar a su país.

El fin de semana pasado siguieron llegando grupos de cubanos y ahora la cifra supera los 400. Han conseguido refugio en una serie de “casas de migrantes” sostenidas por diversas iglesias que tradicionalmente hospedan a centroamericanos que buscan cruzar la frontera ilegalmente u obtener asilo en Estados Unidos.

Todos los días se juntan en la esquina de las calles Vicente Guerrero y Avenida 15 de junio, a unos pasos de Laredo (Texas, EE.UU.), con la esperanza de tener noticias sobre la reapertura de la frontera para ellos.

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“Ya tenemos 16 días aquí y Migración mexicana nunca nos ha molestado”, dice a Efe una mujer llamada Yamira González, quien salió de Cuba con su hermana y un menor.

González señala que las autoridades locales les están ofreciendo asistencia médica y quieren saber si hay personas con enfermedades crónicas para ayudarlas con su medicamento. “Nos ofrecen una regularización mientras se resuelve nuestra situación con Estados Unidos”, expone.

La mayoría salieron de Cuba con visa de turista de Guyana y un billete de ida y vuelta que les costó unos 240 euros (259 dólares). Vendieron todas sus propiedades para financiar su traslado, pagando a diversos “coyotes” (traficantes de personas) durante su travesía.

Su odisea incluyó cruzar 10 países y sortear peligrosos ríos y selvas, pandillas e inseguridad.

Los que llegaron después del 12 de enero se quedaron sin concretar su ilusión de alcanzar la “tierra prometida”, ya que ese día el Gobierno del hoy expresidente estadounidense Barack Obama eliminó la ley denominada “Pies secos, pies mojados”, que les permitía conseguir asilo legal.

“¿Por qué salimos para acá? En Cuba no tenemos derecho a nada”, asegura Yeleni Díaz, quien abandonó la isla por no estar de acuerdo con el sistema de gobierno de su país natal.

“Mi esposo tiene tres años en prisiones y no estoy de acuerdo con el presidente cubano, por la política asquerosa que tiene. Fidel le hereda la Presidencia a su hermano y Raúl se la hereda a sus hijos. ¿En qué país se ha visto que en 60 años sea el mismo presidente?”, argumenta.

Menciona que a su esposo, Armando Leyna, “le echaron cuatro años (de prisión) por no estar de acuerdo con el régimen castrista”.

Díaz señala que los cubanos que se quedaron sin los beneficios de la ley “Pies secos, pies mojados”, que operaba desde 1995, ahora “están en situación de ansiedad”.

Más de 11.000 cubanos llegaron a México en los últimos tres meses de 2016. Desde el pasado viernes el Gobierno mexicano comenzó a deportar a decenas que se encontraban en la estación migratoria Siglo XXI de Tapachula, estado de Chiapas.

Otros 1.100 esperan en diversas ciudades mientras deciden qué hacer ante la nueva situación que provocó el decreto de Obama.

Yisandra Sotologo, de 28 años, salió con su esposo el 26 de noviembre y dejó a su hija en Cuba. “En la selva había muchos problemas. En Colombia casi me lleva el río, y Nicaragua y Honduras son muy peligrosos por la violencia. En Cuba tenía un negocito como vender cosas en la calle porque con el sueldo no sobrevives”, dice la mujer, sentada frente al Puente Internacional.

“Regresar a Cuba no es una opción”, dice a su vez Lester Díaz, quien vivía en La Habana. “Es injusto lo que nos está pasando, yo dejé en Cuba a mis padres, a mis hermanos”, agrega.

“Salimos de Camagüey rumbo a Guyana. Supuestamente Cuba no tiene presos políticos, pero te echan otros cargos para meterte a la cárcel”, narra Sara Ramos.

Otros entrevistados, que prefirieron omitir sus nombres por si son deportados a Cuba, coinciden en que las condiciones económicas de la nación antillana son insostenibles y ello los obligó a abandonar el país.

“No se puede vivir con un salario de 20 dólares al mes. Es un salario injusto. Lo que estamos hablando aquí nos va a costar mucho si nos deportan. Si regresamos sufriremos una persecución”, dice uno.

“Cruzamos 10 fronteras. La selva de Colombia, con tigres (jaguares) y monos. Atravesamos la Loma de la Muerte (la frontera entre Colombia y Panamá) y ríos crecidos. Hemos sido robados, extorsionados y hasta violados. No salimos de Cuba por gusto”, asegura otro.

Para Hermes Cruz, quien radicó en Holguín, es “bastante triste que regresen a un cubano a la isla”.

“Los que estaban retenidos en Tapachula los están deportando hacia Cuba. Salimos porque no queremos estar allá. La vida ya es insostenible y lo último que deseamos es que nos regresen”, comenta.

“Lo primero por lo que abogamos aquí es que por cuestiones humanitarias el Gobierno americano (estadounidense) nos abra la frontera a los que ya veníamos en camino”, comenta Cruz.

La segunda opción, si la primera ya no fuera posible, “es que nos den la posibilidad de regularizarnos acá en México”, concluye.

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