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La crisis convierte a Uber en una forma de completar ingresos en Puerto Rico

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La crisis económica ha convertido a la plataforma de transporte de pasajeros entre particulares Uber en una forma de completar ingresos en Puerto Rico, donde más de 10.000 personas están interesadas unirse como socios conductores.

La responsable de Comunicación de Uber en Centroamérica y el Caribe, Julie Robinson, señaló hoy a Efe que son más de 10.000 las personas que se quieren unir a la compañía en Puerto Rico, donde las para algunos elevadas tarifas de los taxis han favorecido el crecimiento de esta empresa.

“Uber va en aumento en Puerto Rico. Nuestro interés es el de brindar un servicio seguro y confiable en todas partes”, señaló Robinson.

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Según los últimos datos disponibles, Uber contaba a finales de noviembre pasado con 12.000 conductores registrados y 125.000 usuarios en la aplicación, cifras que es previsible aumenten con el paso de los meses durante 2017.

A la buena marcha de Uber en Puerto Rico ha contribuido en primer lugar las que algunos consideran elevadas tarifas de los taxis, en especial en las áreas turísticas, y la insuficiente red de transporte público que existe en la isla.

La población ha recibido con los brazos abiertos tarifas que se acercan a la mitad que las de los taxis, una diferencia que ha empujado a la población a optar por un servicio que ha contado con la oposición frontal del gremio de los taxistas.

La expansión de Uber en Puerto Rico se ha visto favorecida además por la crisis económica que golpea a la isla desde hace más de una década, causa de un desempleo que supera el 10 % y que ha provocado que muchas personas vean en este servicio una forma de ganarse la vida o, al menos, de complementar sus ingresos.

La nómina de personas que forman parte de los al menos 12.000 conductores de Uber en la isla incluye a estudiantes, gente con trabajos a tiempo parcial que buscan otras fuentes de ingresos o desempleados en una difícil situación financiera que con la llegada de este servicio han visto la luz.

José Rivera es un ejemplo de puertorriqueño que tras años de desempleo vio cómo Uber contribuye a paliar en parte su mala situación económica.

De vuelta de Miami pasó años sin encontrar un empleo hasta que en 2016 Uber desembarcó en la isla caribeña, lo que le permite llevarse al bolsillo unos cientos de dólares todos los meses, menos que nada, dice este puertorriqueño de poco más de 50 años.

El camino para Uber en la isla, sin embargo, no ha sido fácil, ya que el sector del taxi ha recibido con recelo este servicio, que aseguran provoca una competencia desleal.

El presidente del Sindicato General de Taxistas de Puerto Rico, Otoniel Adorno, dijo recientemente a Efe que Uber fue introducido en la isla de forma irresponsable.

Adornó aseguró que la llegada de Uber provocó una auténtica “guerra civil” entre puertorriqueños que lo único que tratan es de ganarse la vida.

Según Adorno, los taxistas están obligados a tomar varios cursos, con lo que eso implica de desembolso económico, que exige la Compañía de Turismo de Puerto Rico (CTPR) para dar tratamiento correcto a los turistas, algo de lo que están exentos los conductores de Uber, dando lugar, según opina, a una competencia desleal.

Los taxistas aseguran que algunos conductores de Uber prestan sus servicios mal vestidos, carecen de experiencia y en definitiva no cuentan con la preparación que a ellos les exige la CTPR.

Uber opera actualmente bajo la normativa del Departamento de Transportación, aunque inicialmente la Comisión de Servicio Público (CSP) solicitó que esa compañía quedará bajo su ámbito de competencia.

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