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La actriz cubana Vivian Acosta cierra un año de homenajes a Juana “La Loca”

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En la piel de Juana I de Castilla la actriz cubana Vivian Acosta siente la responsabilidad de hacer justicia con un personaje histórico del siglo XV al que le endilgaron el calificativo de “loca” como parte de la lucha por el poder.

“Todos estos personajes con vidas tan terribles tienen cosas que decir, aunque estemos en el siglo XXI”, asegura la actriz a Efe en Miami, su lugar de residencia desde hace 10 años, después de haber vivido otro tantos en Madrid.

A principios de 2017 el grupo Galiano 108, formado por Acosta y su marido, el director teatral José González, presentarán en Sevilla “la versión latinoamericana” de Juana “La Loca” como parte del Festival Internacional de Artes Escénicas (Fest) de esa ciudad andaluza, que concluye el 24 de enero.

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Además, la actriz, con una experiencia de 40 años en las tablas y dedicada a los espectáculos unipersonales, impartirá en Sevilla un taller de actuación.

A Acosta y su marido les llegó a principios de año la propuesta de asumir un texto del argentino Pepe Cebrián Campoy bajo el título “Juana. De amor, una historia”.

“Juana fue una señora que no conoció la felicidad, solo conoció el encierro y ese cautiverio, llevado hasta nuestros días, también lo encontramos en personas encerradas injustamente por solo pensar”, comenta la actriz, también nacionalizada española y con un largo recorrido por festivales teatrales de la península y de Europa.

“Tratamos de que, en una hora y diez minutos, el público se lleve la idea de que fue encerrada 46 años con la excusa de que era una perturbada mental”.

“El texto está hecho en versos, pero yo le planteé a los productores que quería hacerlo más coloquial y aceptaron”, dice.

“Me gusta mucho trabajar con este tipo de personajes. Era un reto muy grande para nosotros, en primer lugar porque no tiene que ver con nuestra historia y también porque se trata de un personaje controvertido”, explica Acosta.

El año que termina fue de homenajes para la desdichada reina de Castilla, de Aragón y de Navarra, que atravesó la península ibérica en ocho meses llevando el cadáver de su marido, Felipe I “El Hermoso”.

En el Teatro La Abadía, de Madrid, la reconocida actriz española Concha Velasco también puso en escena una versión teatral sobre la vida de Juana. Tuvo tanto éxito que Vivian Acosta no pudo alcanzar una entrada en junio último, cuando pasó por la capital española.

“Es increíble, porque de pronto una piensa que nadie más está tratando ese personaje y ese tema tan antiguo, y no es así. El estreno nuestro fue anterior al de Concha Velasco. Fue el 26 de febrero en Miami”, apunta la actriz.

Acosta se graduó en 1979 de la Escuela Nacional de Artes de Cuba y tuvo como profesores a unos rusos que, según cree, fueron enviados como castigo a La Habana, por rebeldes y desalineados del Realismo Socialista.

“Eran brillantes, eran considerados disidentes del método de Stanislavski. Los tuvimos durante cuatro años consecutivos, con traducción, lógicamente”, recuerda Acosta.

En su carrera, llena de premios de actuación, se destaca el de un festival en El Cairo en 1996. Nunca antes un espectáculo teatral cubano había llegado a esa plaza.

La actriz interpretaba “La virgen triste”, sobre la vida de la poetisa cubana Juana Borrero. El jurado se decantó por ella muy a pesar de que no había traducción disponible.

Pero el espectáculo más aclamado sigue siendo “Cuando Teodoro se muera”, de principios de los años 90, una especie de performance en el que la intérprete consulta directamente al público mediante una sesión espiritista.

Dice que, aunque tuvieron que investigar los cultos mágicos religiosos, cualquiera lo puede hacer si sabe trabajar bien las energías.

“Esta línea de trabajo me lleva a adquirir una conciencia acrecentada. Eso no es algo sobrenatural. Hay ejercicios para lograrlo. Tengo la parte técnica para lograr la actuación transcendente”, explica y asegura que todos podemos desarrollar la clarividencia.

“Esa obra tuvo más de 400 funciones en España y, en Argentina, dos meses a teatro lleno”, apunta la actriz.

El personaje de Nicolasa, una negra que se mueve en el mundo del sincretismo religioso afrocubano, abre en su monólogo un cajón de recuerdos para “cuando Teodoro se muera”.

La gente, recuerda Acosta, siempre asoció el texto con la muerte de Fidel Castro. En algunos casos sin exabruptos, pero en otros, como le sucedió en México, una espectadora detuvo la función porque según ella se le estaba faltando el respeto al líder comunista.

“El texto era un pretexto para la improvisación, nada que ver con Castro. Lo más interesante es hasta dónde es verdad y hasta donde mentira lo que podía suceder”, concluye la actriz.

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