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Un infarto le cambió la vida, pero aún así Juan Maggi derrotó el Himalaya

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¿Qué puede pedir un niño de tan solo cinco años a sus padres? Tal vez una bicicleta, ir al parque a jugar futbol o nadar en la playa. Pero, ¿qué pasa cuando este niño quiere algo que sus padres jamás pensaron escuchar?

“Mi gran sueño siempre fue estar de pie”, dijo Juan Maggi, un atleta que padece de poliomielitis desde su primer año de vida.

En lugar de disfrutar de las vacaciones de verano como cualquier chico en su natal Córdoba, en Argentina, Maggi era sometido a dolorosas operaciones en sus piernas que le permitieran soñar con su objetivo de mantenerse de pie.

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“Sufría muchísimo en las operaciones”, dijo a HOY Deportes. “El médico decía que la única posibilidad de tener las piernas alineadas y prescindir de las sillas de ruedas era yendo al quirófano”.

El atleta paralímpico de Canadá 2010 resaltó que su doctor no se había equivocado, lo que le permitió año tras año vivir ese sueño.

La poliomielitis causó que sus muslos se menguaran, esto es debido a que la enfermedad rompe el contacto entre el cerebro y el músculo, entonces por no recibir el impulso se va atrofiando. El hueso al estar corto, crece y al mismo tiempo lo hace deforme. Por eso, el médico recomendó la operación para alinear los pies año tras año.

A pesar de todo el tratamiento que recibió durante los años de su crecimiento era su madre la que realmente sufría, según Maggi.

“El dolor de una madre… Me hubiese encantado que me viera parado, pero me vio haciendo deporte. Creo que eso fue muy bueno”, dijo. “Mi vieja hacía lo que fuera, aunque a veces parecieran cosas que eran irracionales. Le decían ‘pónganle ese trapo de piso’, en un fogón de agua caliente, secar el trapo, entonces se quedaba caliente y me lo ponían en los músculos, cada dos horas entre mis cinco y siete años. Por eso, esto es en homenaje a ella, porque es y será siempre mi mejor bastón”.

En honor a su madre, fue el primero en subir el Himalaya en 2014 con una bicicleta de mano. El proceso le tomó 11 días y a pesar de las dificultades de la altura, el atleta pudo completar el trayecto como lo pensaba.

“Yo soñaba ir al Himalaya, pues es como estar montado en un balcón y hablarle a la gente. Desde ese lugar poder contarle al mundo qué es una discapacidad. Mal asocia la gente la discapacidad a tristeza, a problemas, a no familia, a no posibilidades”, dijo el atleta.

Compañerismo ante todo

Durante su crecimiento, Maggi siempre estuvo rodeado de sus hermanos y amigos. Aunque reconoció que no tuvo problemas en su infancia debido al ‘bullying’, sí experimentó un tipo de desprecio.

“Sentía, sí, maldad de parte de los grandes. Recuerdo caminar por las calles de Córdoba y las señoras me tocaban la cabeza y decían ‘pobrecito’. Me gustaría que esas señoras que me decían eso me vieran ahora después de estar en el Himalaya”.

Un infarto le cambió la vida

Maggi era un representante de la compañía de computadoras IBM en su país y según él, cuando tenía 37 años, vivía de una manera sedentaria. Sentado en un escritorio, sin cuidar de lo que comía y sin medir las consecuencias.

Gracias a un amigo que residía en Nueva York, lo invitó a correr junto a él el Maratón de la Gran Manzana y desde entonces su vida cambió por completo.

“La polio me vino de arriba, pero el infarto me lo gané”, recordó. “Tuve un año muy duro porque eso venía de estar 12 horas sentado comiendo hamburguesas. Para subir de peso se hace placenteramente pero para perder se hace el sacrificio (risas). Los médicos me dijeron que la única manera de salvar esa situación era incorporando alguna actividad física”.

Maggi hizo parte de varios maratones y deportes. Su próximo gran desafío será recorrer la Cordillera de los Andes a caballo en Sudamérica ya sea a finales de febrero o inicio de marzo, todo dependiendo del clima.

Fue el primer argentino en ir a unas paralimpíadas de invierno. También cruzó los Alpes suizos, los volcanes de Costa Rica y completó maratones de cinco, 21 y 42 kilómetros. “Soy más de actitudes que de aptitudes. Soy un laburador de lo que me propongo”, dijo Maggi.

Aprendizaje de aceptación

Aparte del apoyo de sus padres durante su desarrollo, ahora lo apoyan sus cinco hijos y su esposa Victoria, quien en más de una ocasión “tembló” con sus decisiones de participar en los eventos a los que ha sido parte. Sin embargo, recuerda que el proceso de aceptación de su poliomielitis empezó durante la etapa de la pubertad.

“La adolescencia es jodida en ese aspecto. Tienes que convencer a una chica que debe estar charlando en lugar de estar bailando. No siempre era tarea ganada. Pero es igual de jodida para cualquier adolescente. Pero sí quedó muy lejos aquel chico que se encerraba en su cuarto preguntándose ‘¿Por qué a mí?’, a veces llorando”, recordó.

Maggi dice no tener límites y reconoció que aunque uno desea alcanzar algo, a veces es mejor ser realista. “No me puedo poner a jugar el futbol con Messi, o jugar con el Barça, pero sí sé que puedo ir y agarrar una bici y llegar al Himalaya. Eso es aceptación”.

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