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Cayo Vizcaíno despide a la élite con nostalgia y recuerdos de tenis clásico

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EFE

En un lugar con un marcado acento caribeño y rodeado de naturaleza, el Abierto de Miami dice adiós este domingo a Cayo Vizcaíno, donde se disputa desde 1985 el considerado durante años el “quinto Grand Slam”, y lo hace con la sensación agridulce de cambiar modernidad por historia y recuerdos.

La ausencia de renovaciones en sus instalaciones le han ido quitando un lustre que espera recuperar a partir de 2019 en el Estadio Hard Rock, situado al norte de Miami, aunque dejó intacto un ambiente especial, clásico, que muchos tenistas y público aprecian y no quieren dejar atrás cuando concluya la final entre John Isner y Alexander Zverev.

Arantxa Sánchez Vicario, única representante del tenis español en ganar en Cayo Vizcaíno (1992 y 1993), reconoció a Efe que se le caerá “alguna lágrima” este domingo cuando se despida del Cayo Vizcaíno.

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“Para mí es una pena que deje Crandon Park porque tengo muy buenos recuerdos, muy buenas memorias”, explicó la ganadora de dos títulos individuales y cinco en dobles.

Es el sentir mayoritario de jugadores y público, que este sábado abuchearon al director del torneo, James Blake, cuando mencionó el cambio de sede. Pocos se quieren ir, pero todos esperan que las mejoras que traerá el Estadio Hard Rock compensen la historia que dejan atrás.

El suizo Roger Federer, tres veces campeón en Miami, dijo con nostalgia que ha viajado hasta esta isla floridiana desde “siempre”, cuando era júnior.

“No es genial irse de Cayo Vizcaíno, para ser honestos, pero (los dueños del torneo) deben tener sus razones y como jugadores debemos respetarlas”, lamentó sobre un cambio que espera “sea para bien”.

Otro que lamenta dejar Cayo Vizcaíno es el búlgaro Grigor Dimitrov, 4 del mundo, que extrañará cruzar los puentes que pasan encima de las aguas de la Bahía Vizcaya y conectan Miami con esta isla.

“Me gustan las cosas tal y como están, la historia que guarda el tenis”, dijo, para reconocer, aunque con la boca pequeña, que quizás es el “momento de un cambio”.

Para el argentino Juan Martín del Potro va a ser “raro” viajar a Miami y desplazarse hacia el norte y no hacia Cayo Vizcaíno, aunque destacó que, al menos, el público seguirá siendo latino.

Con ese apoyo y la llegada de una “nueva generación”, Sánchez Vicario confía en que pronto nuevos tenistas agreguen sus nombres al suyo y al del chileno Marcelo Ríos (1998) y la argentina Gabriela Sabatini (1989), únicos campeones hispanohablantes en Cayo Vizcaíno.

Los primeros en inscribir su nombre fueron Martina Navratilova y Tim Mayotte, y después se sumaron nombres ya clásicos como Ivan Lendl, Steffi Graf, Pete Sampras, Monica Seles o Andre Agassi y otros no tanto como Novak Djokovic, Andy Murray o las hermanas Serena y Venus Williams.

Los más jóvenes tienen menos apego al lugar, como Zverev, finalista este año, que dijo que, aunque Cayo Vizcaíno es “especial para todo el mundo” y siente que “muchas cosas” quedarán en Crandon Park, ya tiene “muchas ganas de ver qué puede aportar el nuevo estadio”.

Al igual que la española Garbiñe Muguruza, que aseguró que es partidaria de cuánto “más grande la pista mejor, porque supone más emoción, más ambiente”.

La ganadora este sábado en el cuadro femenino, la floridiana Sloane Stephens, coincide con la apuesta renovadora, pero sus palabras guardan también mucha nostalgia de un lugar en el que juega y entrena desde que tenía 12 años, más de la mitad de su vida.

Este torneo ha acompañado, sin duda, la carrera de las hermanas Williams. Entre las dos han ganado once títulos en Miami, prácticamente un tercio de los 34 trofeos que las mujeres han levantado en la pista central.

Cuando hace dos años se acentuaron los rumores de que el torneo se podía mudar de ciudad o incluso país debido a las disputas legales para poder modernizar y ampliar Crandon Park, Serena escribió un editorial para el New York Times sobre el que considera su “hogar”.

Así defendía el lugar en el que, como niña todavía con trenzas, admiraba desde la grada a las mejores tenistas de los años noventa y donde ella reinó en las dos décadas siguientes con ocho títulos tras debutar en Cayo Vizcaíno en 1998.

Tres décadas más tarde ella formó parte del equipo que garantizó que el torneo siguiera en el sur de Florida al poseer parte de la empresa propietaria del estadio de los Miami Dolphins que acogerá el torneo desde 2019.

Mientras, a partir de este lunes, las 26 pistas de Crandon Park volverán a acoger torneos juveniles y unas clases de tenis de las que salió su última campeona. Con Stephens, Cayo Vizcaíno y el Abierto de Miami cierran el círculo.

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