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Reportaje Especial: Escuela escaramuza de La Puente ayuda a niñas a tener acceso al deporte

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Cuarta parte de una serie de historias sobre escaramuzas en el Sur de California.

Los martes y sábados por la noche, el tono de voz de Atzimba Zamudio cambia un poco pues no trata con su equipo de escaramuza adulta Palomas de Rancho Jiménez, sino que con niñas y muchachas que apenas comienzan a despertar curiosidad por los caballos.

Se trata de su escuela Amazonas de Palomas, un grupo de novatas en la charrería.

La escuela de Zamudio se concentra en conservar la tradición en muchachas que probablemente no tienen los recursos para practicar el deporte.

“La escuela es un patrimonio para la charrería, me siento muy orgullosa de estar impartiendo conocimientos en muchachas que nunca han estado envueltas en este ambiente”, dice Zamudio.

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En parte, la instructora se ve reflejada en cada una de las muchachas ya que cuando ella comenzó en la charrería hace 22 años en su natal Morelia, Michoacán, no contaba con los medios para estar en el deporte.

A sus 17 años, la moreliana optó por presar un caballo y trabajó limpiando caballerizas para poder costear la actividad.

Cuando Zamudio llegó a Estados Unidos, dejó por un tiempo la escaramuza, tuvo dos hijos, hasta que volvió a retomar la actividad.

“El gusto, la pasión, la charrería es como una manzana que la muerdes y te la tienes que tragar”, describe el sentimiento Zamudio, que formó las Palomas de Rancho Jiménez en 2010 y casi al mismo tiempo, las Amazonas de Palomas.

De su escuela han salido varias escaramuzas, inclusive llegando a formar el equipo B de las Palomas. Otras han ido a otros equipos donde han triunfado.

Su equipo de Palomas participa en los torneos preestatales, estatales y el Nacional Americano, así como en compromisos con federaciones mexicanas y asociaciones.

Para ella, la satisfacción más grande es presentarle a las muchachas el deporte.

“A veces no se trata de números, se trata de un estilo de vida”, señala Zamudio, mientras se alista para darles indicaciones a cuatro nuevas integrantes que nunca habían tocado un caballo.

Entre sus integrantes se encuentra Marisela Pérez, de 30 años de edad, que de niña era escaramuza pero quiere retomar la actividad o Vanessa Naranjo, de 11, quien está en su primer día como escaramuza, mientras su padre Juan, la observa detenidamente.

Lo primero que Zamudio les enseña es controlar la cuestión mental.

“Les digo que nadie, ni si quiera yo como entrenadora le puedo quitar sus anhelos, sus metas”, expresa la instructora. “Todo se puede, aunque sea casi imposible. No podemos dejarnos llevar porque no tienes dinero, que está muy lejos, que tienes hijos”.

Zamudio señala que lo principal es que las muchachas deben de estar muy concentradas, tener disciplina y respeto a las demás.

“Estar bien en toda tu vida. Si no estás bien afuera, no vas a estar bien adentro. Todo lo que hagan afuera, lo que hagan o dejen de hacer, lo van a reflejar en el lienzo. Las relaciones sociales, las relaciones de su casa, se va a reflejar en el lienzo”, describió.

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