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Tom Brady y Pats: mentirosos, cínicos y arrogantes

(Charles Krupa / AP)
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Hace poco más de un año iba manejando y no traía cinturón de seguridad. Para mi mala suerte se me emparejó un policía. Cuando arranqué me dejó pasar, se me puso atrás y me detuvo.

Mientras me estacionaba me puse el cinturón disimuladamente, según yo sin que se fuera a dar cuenta.

Cuando se acercó a mi puerta me preguntó si sabía por qué me había detenido. Me quise hacer el tonto y le dije que no, a lo que me contestó que era por no traer el cinturón puesto. Le pude haber dicho que sí lo traía y que él había visto mal, pero no me gusta que la gente quiera verme la cara, así que yo no lo hago. Simplemente acepté mi error y pagué la multa.

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Supongo que es por eso que me tiene tan molesto el que Tom Brady siga mintiendo acerca de lo sucedido en el “Deflategate”.

La investigación de Ted Wells, un reconocido abogado independiente contratado por la NFL, reveló que el quarterback de los Patriots estaba al menos al tanto de lo que dos miembros del staff de Nueva Inglaterra hacían para que los balones de juego estuvieran como Brady quería.

Algunos han atacado a Wells, diciendo que su investigación tiene muchas inconsistencias, pero tales vienen de la falta de cooperación de Tom y los Patriots.

Les explico un poco: Wells le ofreció a Brady y su agente no tener posesión de su teléfono celular ni datos personales. Les dijo “ustedes tengan el teléfono y léanme los que tengan que ver con esta investigación, y acepto su palabra de que lo que me dirán será la verdad”, y aún así ambos se negaron a hacerlo.

También Wells solicitó una segunda entrevista con Jim McNally, uno de los dos miembros del staff de los Pats implicados, y el equipo negó a esa petición.

¿Si no había nada que ocultar, por qué negarse a cooperar con la investigación?

Otras de las implicaciones en el escándalo fueron los mensajes de texto de McNally, quien se llamaba a sí mismo el “Deflator”. Y en otro mensaje de texto decía “no voy a ir a ESPN… todavía”, como diciendo que no filtraría a los medios la información que sabía.

Eso es evidencia directa e inculpatoria, le pese a quien le pese.

Un tipo con la grandeza histórica de Brady debería callar a su agente, dejar de cuestionar la investigación y aceptar su castigo, sin apelar nada. Lo correcto hubiera sido que desde el principio admitiera su error, uno que ni siquiera era tan grave, y que de no haber obstruido la investigación, probablemente le habría significado sólo uno o dos juegos de suspensión.

El problema es que Brady sigue mintiendo y ahora apelará para que se revoquen los cuatro juegos de castigo que le dieron.

Los Pats van a estar bien. $1 millón de multa y dos selecciones colegiales de castigo no son gran cosa para ellos. Pero la credibilidad de Brady seguirá deteriorándose mientras él siga sosteniendo que no estaba involucrado, cuando todos los datos apuntan a que sí.

Los aficionados de los Pats lo seguirán adorando incondicionalmente, porque eso hacen los fans. Pero quienes no son sus seguidores y aún así lo respetaban, difícilmente volverán a creer en él, hasta que no admita la verdad.

Ojalá no sea como Lance Armstrong, quien negó su dopaje hasta el cansancio, hasta que las evidencias irrefutables lo obligaron admitirlo.

Es de las máximas figuras de cada deporte de quien menos se espera que manchen el juego, y Brady lo es de la NFL. Que se comporte a la altura y lo demuestre.

alexcortesmlm@gmail.com

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