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Un aislado Catar hace campaña para proteger el Mundial de 2022

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El lugar de nacimiento del fútbol moderno ahora es un sitio modesto: Un par de canchas sin tribunas para aficionados, y unas instalaciones en ruinas al aire libre con muros manchados por la humedad y con los postes de las porterías con pintura agrietada.

Cuando el club Sheffield fue formado en esta ciudad acerera del norte de Inglaterra hace 160 años, la riqueza en torno al deporte en la actualidad era inimaginable para los fundadores del primer equipo de fútbol del mundo. El símbolo de qué tanto ha cambiado el fútbol se encuentra a miles de kilómetros de distancia, cerca del Golfo Pérsico, donde los estadios brotan en el desierto catarí y decenas de miles de millones de dólares son invertidos en infraestructura a fin de garantizar que una pequeña nación pueda albergar una Copa del Mundo de 32 selecciones en 2022.

Pero Olive Grove, donde las primeras reglas del fútbol moderno fueron creadas por los fundadores del Sheffield, fue la parada más reciente esta semana del líder del Mundial de Catar, Hassan Al Thawadi, en una misión que pretende convencer a la comunidad mundial del fútbol que su país sigue siendo un anfitrión digno de la principal joya de la FIFA.

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Siete años después de la polémica votación y a cinco de la patada inicial, las dudas permanecen sobre la idoneidad de Catar y su derecho por ser la sede de la primera Copa del Mundo del Medio Oriente.

“Creo que siempre estaremos haciendo campaña”, declaró Hassan Al Thawadi, secretario general del comité organizador del Mundial de Catar, en el supuesto “Hogar del Fútbol” en una entrevista con The Associated Press. “La mayoría de las naciones o ciudades sedes han recibido críticas”.

Quizá, pero nada a la escala que enfrentó Catar, que no estaba preparado para el intenso escrutinio después de la victoria en la votación secreta que llevó el torneo de fútbol más importante del mundo a su sede más pequeña hasta ahora.

La mayor amenaza del estatus de Catar como sede llegó inicialmente de los investigadores de presunta corrupción, a quienes les preocupaban algunas de las conductas mostradas en la postulación. Al final se determinó que no hubo actividad inadecuada que influyera en el voto.

La censura llegó de los grupos de supervisión de derechos laborales, que consideraban que una especie de moderna esclavitud se estaba creando desde la columna vertebral de la construcción de sitios para la Copa del Mundo. Catar se vio obligado a proteger los derechos y condiciones de los trabajadores inmigrantes.

Si bien había habido cierto progreso en una región poco acostumbrada a ofrecer tales protecciones, Catar aún enfrenta exigencias por una mayor transparencia respecto a las causas de muerte de trabajadores y para erradicar las prácticas explotadoras como el sistema “kafala” que ata a los trabajadores a sus empleadores.

“La Copa del Mundo es un catalizador y un motor de reformas aceleradas”, aseveró Al Thawadi.

Ahora son fuerzas más influyentes las que amenazan el torneo: Cuatro países árabes han roto lazos diplomáticos con Catar y han bloqueado al país desde junio en una medida que se ha afirma intenta que la nación rica en gas natural deje de respaldar al terrorismo _acusaciones que fueron rechazadas por Al Thawadi.

“Sim importar quién sea quien desea llevar esta Copa del Mundo al debate político, se trata de una acción que hacen de manera unilateral”, afirmó.

Pero por muy seguro que Al Thawadi se muestre, está programado que el Mundial se lleve a cabo del 21 de noviembre al 18 de diciembre de 2022 _periodo conflictivamente elegido por la FIFA para evitar el abrasante calor del verano que se registra en el periodo usual de junio y julio_ y sin duda el secretario general se dice preocupado por los intentos por socavar el evento.

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