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Opinión: Mexicanos abandonan Rusia, pero dejan sombreros, jerseys y banderas a los rusos

(Alexander Zemlianichenko / AP)
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La participación de México en el Mundial 2018 concluyó este pasado lunes y la mayoría de los 40,000 mexicanos que estuvieron en las sedes donde el Tricolor jugó ya están de regreso a casa. Pero ya sea en Moscú, Rostov, Ekaterimburgo o Samara, se ven rusos y rusas portando sombreros, banderas mexicanas y jerseys que los aficionados del Tricolor dejaron por su paso.

Un día después de la derrota mexicana ante Brasil, en el Fan Fest de Samara se podían ver muchos aficionados brasileños y otros que tenían los uniformes y las banderas de México, pero que las portaban aficionados rusos.

Y así fue durante todo el recorrido mundialista de la selección mexicana.

Durante el viaje en tren de Moscú a Rostov, me tocó ver como un ruso se las ingeniaba para encontrar a alguien que le pudiera traducir a un mexicano que quería intercambiar un bello gorro ruso por el sombrero de charro que traía un mexicano, que también era de muy buena calidad. El ruso finalmente encontró a alguien que supiera inglés y los dos intercambiaron contactos para verse después del partido entre México y Corea del Sur e intercambiar el sombrero y gorro.

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Luego, en Ekaterimburgo, hubo una aficionada rusa que se escapó con el sombrero de un aficionado mexicano, que andaba furioso porque había perdido su atuendo más preciado en Rusia, pues un sombrero de charro es imán para los residentes locales y turistas que se quieren tomar fotos con los mexicanos.

Los rusos fueron muy coordínales con los aficionados latinos en general y varios han decidido dejarles un bello recuerdo de su país.

Los rusos portan orgullosos las camisetas de otros países que les han regalado, mientras que algunos regalan también lo que pueden. Al llegar a Samara, una señora llamada Lidia, me regaló una medalla con la imagen de la virgen y me dijo que era un recuerdo de Samara. No era mucho pero la intención y la sonrisa de la señora quedarán en mi memoria por mucho tiempo.

La Copa del Mundo permite esos detalles para los visitantes que aprenden de una cultura nueva, mientras que los locales, se llevan un grato recuerdo que seguramente les robará una sonrisa en el futuro, cuando recuerden que la Copa del Mundo y sus maravillas los visitó en casa.

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